Restaurante Quinta La Carlina, Quito

Situada a 30 km de Quito, Quinta la Carlina es un espacio único, pensado para eventos y experiencias en familia, rodeado de naturaleza, huertos y jardines.

Un exquisito complejo donde sobresale el restaurante de mismo nombre, dirigido por el Chef Héctor Tapia y su esposa Daiana Romero.

Dos apasionados de la cocina ecuatoriana y excelentes anfitriones de quienes se animan a vivivr una experiencia inolvidable.

Tuve la suerte de conocer a Héctor en Madrid, durante un acto de presentación de cocina ecuatoriana en la Feria Internacional de turismo FITUR.

Héctor, además, asesora al restaurante ecuatoriano Salón de Otoño, situado frente a la estación de Las Delicias de Madrid, una embajada de la gastronomía ecuatoriana.

Cuando nos conocimos en FITUR, quedamos que si viajábamos a Ecuador le visitaríamos.

Y así fue, durante mi periplo ecuatoriano en solitario (esta vez Eva no pudo venir), decidí visitarle.

Tras acabar mi estancia en Quito, reservé dos jornadas para acercarme hasa La Quinta.

Ya que estaba en Ecuador no quería perder la ocación para conocer mejor la cocina ecuatoriana, la pasión de Héctor por la misma y, de paso, su interesante estableciminto.

resaturante Finca La Carlina a unos 20 kilómetors de Quito (Ecuador)
Exteriores del restaurante Finca la Carlina

Quinta La Carlina

La Quinta Carlina es más que un restaurante. Al llegar quedo impactado con su extensión y belleza.

La finca incluye varios edificios de diferentes usos. Hay alojamientos, restaurante y salas para eventos.

En Quito, La Carlina es muy conocida por su oferta para bodas y eventos. Además, la finca cuenta con una delicada capilla donde celebrar oficios.

Capilla en Quinta La Carlina para oficiar bodas.
Capilla en Quinta La Carlina

Pero, en mi caso, he podido disfrutar de una estancia serena, repleta de sabores locales.

Mi experiencia en la Quinta

Es domingo, los espectaculares paisajes que rodean la finca me dan los buenos días.

Tengo el permiso de Héctor para deambular por las diferentes estancias, conocer al equipo y descubir los rincones de este singular espacio.

Al bajar al salón de desayuno, encuentro a los empleados de la finca volcados en sus tareas.

Unos desayunan, otros limpian y el resto dedicado a la tarea diaria como las pruebas de sonido o el arreglo de flores para los centros de mesa.

Nadie da órdenes, cada uno de ellos conoce perfectamente su cometido. Son una gran familia.

Tras el desayuno prosigo mi visita para descubrir que la experiencia en la Quinta la Carlina no se resume únicamente en el paladar. Al gusto se le suman otros sentidos.

Realizo un tranquilo paseo por sus exquisito jardín con cenador incluido. Me distraigo con pequeños colibríes aleteando entre las flores.

Los limoneros y el murmullo del cercano arroyo, crean un relax que contribuye a la paz interior.

Mi habitación en Finca La Carlina

Sabores de Ecuador

En este día Héctor realiza el pre-lanzamiento del nuevo menú de temporada. Por supuesto, tengo el honor de probarlo.

Destacan, entre los platillos, el costillar en salsa de borojó y el tallarín con camarón de río. Mención especial para las carnes a la brasa o los ostrones.

Un original espumante de ovos (una ciruela endémica de Ecuador) y un delicioso pudin de plátanos cierra la degustación de esta colección de gastronomía de Ecuador.

No me atrevo a realizar una crítica de su menú, para eso están los profesionales.

Selección de platos de temporada en  Quinta La Carlina
Selección de platos de Finca La Carlina

Pero sí puedo recomendar la visita al restaurante Quinta La Carlina si viajas a Quito.

Así, podrás disfrutar de una experiencia gastronómica 100% local, rodeado de una naturaleza exhuberante y de cuidadosos detalles.

Entrevista a Héctor Tapia

Sin duda, uno de los objetivos al visitar la quinta es conocer en profundidad a Héctor, con quien nos sentimos muy a gusto en Madrid.

¿Cuándo empezaste como Chef?

Desde niño tenía una nana muy golosa que no sabía leer ni escribir. Me pedía que le leyera lo que decían las recetas de los programas de televisión y los libros de cocina, y así, nos entreteníamos cocinando, comiendo y riendo.

Luego, por casualidades de la vida, fui a estudiar a Estados Unidos y allí trabajé como busboy (ayudante de camarero).

Así, me di cuenta que los camareros y ayudantes se llevaban más del 65% de toda la jornada.

Mi curiosidad me llevó a preguntar qué necesitaba para ser camarero y me respondieron: hablar inglés, ser muy agradable con los huéspedes y saber explicar al comensal lo que contenía el menú.

LA Finca cuenta con una interesante colección derincones decorados al estilo local.
Interiores y diferentes rincones de la finca

Mejor dicho, ser camarero era tener la habilidad de transmitir lo que el chef quiere que los huéspedes sientan con su comida.

De esa manera, en mis días libres empecé a trabajar en el restaurante de forma gratuita para aprender los ingredientes de los platos y averiguar lo que el chef elaboraba con ellos.

Al final el mismo chef se dio cuenta de mi interés por aprender y él mismo me pagó la escuela de cocina en Nueva York. 

A partir de ese momento, la cocina siempre fue mi plan B para cualquier cosa que me proponía.

La cocina me ayudó a pagar mi universidad, mis deudas y buscar dinero para empezar nuevos proyectos de vida. 

Cuéntame tu trayectoria laboral

Soy abogado de profesión y luego terminé sociología, ciencias políticas y relaciones internacionales.

Toda mi vida he amado viajar y la cocina me ha permitido conocer gente, lugares y situaciones maravillosas.

Recuerdo que viajaba a la playa sin dinero, únicamente con una guitarra, una bolsa de pasta y un atún, y no volvía a casa hasta después de 2 o 3 meses.

Entraba a un restaurante y le proponía a la dueña cantar por una hora a cambio de un plato de comida. Luego entablábamos una linda amistad y prácticamente me adoptaban.

Así aprendía los secretos de la cocina de esos lugares y la forma de vivir de la gente local. Luego volvía a casa lleno de pescado, mariscos, cocos, naranjas, dulces típicos y un millar de anécdotas. 

A mi regreso de EE.UU. me dediqué a hacer eventos culinarios masivos. Empezamos con un intento de récord Güines de cóctel de camarón.

Realizamos dos mil setecientos cincuenta kilos para recaudar fondos para una ong de niños huérfanos contagiados por el VIH. Repartimos unas treinta mil raciones.

Cuando seguí mis estudios de maestría y doctorado en España, tuve que volver a la cocina, ya que ésta me ayudaba a financiarlos.

Tras varias experiencias en campeonatos y eventos masivos, desarrollé un proyecto para llevar chefs ecuatorianos a realizar sus prácticas en restaurantes Michelín en Bélgica.

Empezamos un proyecto llamado «un grano de arena», donde nos dábamos el privilegio de recordar a los emigrantes lo sabores de casa.

Parte del equipo de la Carlina comienza las faenas en la cocina junto al chef Héctor.
APrte del equipo de la Carlina

Lo acompañábamos de narrativas repletas de nostalgia e ilusión.

Todo ello llevado a la alta cocina, para dignificar nuestra cocina ecuatoriana.

¿Qué te movió a crear el restaurante? 

Cuando creamos la Asociación de Chefs del Ecuador en Europa la meta era usar el talento humano ecuatoriano en Europa, porque los emigrantes residentes son los que mejor conocen la población y sus gustos en Europa.

Nos vino la necesidad de crear un laboratorio gastronómico para nuestras ferias, averiguando lo que le gusta a cada población.

Otro motivo fue dignificar la comida de campo. En los restaurantes de Quito, prácticamente, no encuentras platos de carácter local.

Quise crear un lugar donde reencontrar la comida de la abuela y ofrecerla a nuestros visitante, tanto a los de aquí como a los de allá.

Letreto de bienvenida a Quinta La Carlina (Quito).
Bienvenidos a una experiencia sensitiva local

Los platos son los mismos que luego elaboramos en los restaurantes de nuestros socios en Europa.

¿En qué basas tu cocina?

Recuperamos sabores y texturas de la infancia, sin muchas técnicas académicas, tan solo conocimientos empíricos y ancestrales.

Sabor de abuela con toque de artista y espíritu de viajero, a eso le llamamos ser ciudadano del mundo.

Me inspiro en comida de casa, comida callejera de lugares muy pequeños de Ecuador. A veces elaboro recetas casi olvidadas.

Héctor asando carnes en la barbacoa de la finca. Quito.
El chef Héctor asando carnes en la barbacoa

Ecuador tiene más de 300 sopas, estamos en el lugar con más biodiversidad del mundo y uno de los países con más pisos climáticos que puedes recorrer en una hora.

Es el único país donde puedes desayunar en la playa, almorzar en la nieve y cenar en la selva en el mismo día. 

Mi cocina es la historia de mis viajes al interior del país y al interior de los cocineros ecuatorianos en Estados Unidos y Europa.

Casi no modifico las recetas, siempre informo al comensal en qué parte del país puede encontrar la receta.

El servicio de nuestro restaurante es gastronomía sensorial y de inteligencia emocional.

Con el plato te llevamos a los lugares de dónde procede en cuestión de segundos, con un olor, una anécdota o una juego de adivinanzas.

Todo tiene una razón de ser. Simbolismo puro como la vida, es lo que llamamos: sabor de la felicidad.

Vídeo Quinta La Carlina

Y con el sabor de la felicidad, y a mi pesar, abandono Quinta La Carlina.

¿Cómo llegar a Quinta La Carlina?

Mapa indicaciones cómo llegara Quinta La Carlina
Mapa indicaciones cómo llegara Quinta La Carlina

El mejor honor que puedo hacer a Héctor es compartir mi experiencia con vosotros y animaros a visitar este lugar si viajáis a Ecuador.

Como viajero de profunda convinción y respeto por la sostenibilidad, me provoca una profunda alegría encontrar lugares así, y sobre todo personas como Héctor y su equipo. ¡Gracias por vuestra amable acogida!

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Carmelo Caballero

Curioso por naturaleza. Aporto mi particular visión sobre el turismo sostenible, el patrimonio desconocido y los viajes colaborativos. Me apasiona compartir viajes a través del vídeo. ¿Conoces nuestro canal?

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