Caminamos por las calles decadentes y grises de Lieja la ciudad ardiente.
En un día de lluvia, atravesamos los mágicos Impasses, las estrechas calles del casco viejo repleto de recovecos sacados de alguna novela negra.
Además, un caleidoscopio de personas de todo tipo de colores, de todo tipo de razas, estilos y edades se cruzan en nuestro camino.
Casi sintiendo su aliento, con su eterno sombrero, su inseparable pipa y un gesto afable, el gran escritor belga, Georges Simenon, nos invita a sentarnos a su lado.
Bienvenues a Liège! nos dice en bajito. Y entonces, su extraño acento francovalón nos transporta hasta las películas del Comisario Maigret.

Lieja, esa ciudad…
Toda gran ciudad tiene río, un barrio característico, una bebida típica, un plato que la identifica, un personaje adorado por sus vecinos y por supuesto, un escritor.
En Lieja, todos estos elementos confluyen para convertirla en una de las ciudades más interesantes de Valonia y parada imprescindible de cualquier viaje a Bélgica. Pese a su decadencia, a su suciedad o a la inseguridad que algunos visitantes y turistas sienten.
El río Mosa, Le pecket (licor típico de la ciudad) y el barrio de L’OutreMeusse.
El plato identificativo, le boulette liegeois (las albondigas liejenses). Un personaje muy querido, Le Tchantchés y por supuesto, no olvidar que uno de los escritores más prolíficos del siglo XX, Georges Simenon, nació aquí.
¿Quién dijo que Lieja no es una ciudad interesante? Posiblemente, está mal explicada, como otros muchos lugares de la fascinante región valona.
Pinceladas de historia de Lieja la ciudad ardiente
Hasta que no te sumerges en el Archéoforum (espectacular espacio arqueológico) situado en la céntrica plaza Saint-Lambert, no eres consciente de que Lieja es una ciudad milenaria.
Restos prehistóricos, romanos y los cimientos de la antigua catedral, en el Archéoforum puedes descubrir la evolución de la «ciudad ardiente».
Conocida con este sobrenombre por la novela de caballería escrita por Henry Carton de Wiart donde cuenta el saqueo y posterior incendio de la ciudad por las tropas de Carlos I el Temerario.
Su esplendor comienza en el siglo VIII cuando legiones de peregrinos llegan hasta la importante ciudad del sacro imperio para visitar el lugar del martirio del santo Lamberto.
Este hecho la lleva a ser sede episcopal y principado. El Palacio de los Obispos de Lieja es uno de los edificios más notables del centro histórico de la ciudad, actualmente es el Palacio de Justicia.
En el siglo X, Lieja era la capital de uno de los principados episcopales más poderosos de Europa.
A lo largo del siglo XII se construyen los siete emblemas de la ciudad, sus colegiatas, además de la catedral de Saint-Lambert una de las más grandes de Europa.

Foco de continuos saqueos
La decadencia del principado se produce con la llegada de los duques de Borgoña quienes someten a saqueo y pillaje a la ciudad tras su alianza fallida con Luis XII de Francia.
La ciudad es humillada públicamente, se anulan sus derechos y trasladan el símbolo de sus libertades, Le Perron, a Bruselas.
La intransigencia de los príncipes obispos y las continuas rebeliones derivan en el fin del Principado de Lieja hacia 1795.
Los ecos de la Revolución Francesa llegan hasta aquí. A lo largo de varios años Lieja vive en un continuo cambio de representantes.
En 1795 la Asamblea Nacional de Francia incorpora a Lieja a la república Francesa. Durante esta época se produce la destrucción de la catedral de Saint-Lambert.
Tras la caída de Napoleón en Waterloo, Lieja pasa a la tutela de los Paises Bajos, viviendo una incipiente etapa de esplendor con la creación de la universidad y otros edificios emblemáticos.
No será hasta 1830 que la ciudad forme parte del reino de Bélgica.
Qué ver en Lieja la ciudad ardiente (2 días)
Lieja, a pesar de recibirnos con un día gris y lluvioso, nos engancha enseguida.
Sus pequeños rincones secretos, los románticos Impasses, la excelente oferta museística, el ambiente mulitcultural y multiracial.
Y por encima de todo ello, un barrio que condensa todo el tipismo de la ciudad ardiente, L’Outremeuse, lugar de nacimiento del gran escritor Georges Simenon.

En esta ocasión nos alojamos durante tres noches en casa de Claire, nuestra fantástica anfitriona.
Sus acertadas recomendaciones así como la excelente atención ofrecida en la Oficina de Turismo consiguieron que la visita a la ciudad fuera todo un éxito.
Día 1. Lieja la ciudad ardiente bajo la lluvia
Empezamos el paseo en la oficina de turismo situada en la Rue Féronstrée, una de las calles más antiguas de la ciudad. Debe su nombre al gremio de ferreteros que se instaló aquí.
La calle está salpicada de bellas casas y antiguas mansiones de estilo mosano como L’Ancien Hôtel Somze.
En su interior destaca la maqueta de bronce de la desaparecida catedral de Saint-Lambert.

A pesar de la intensa lluvia y el color gris con el que nos acoge la ciudad ardiente decidimos continuar nuestra visita.
Los pasos nos llevan hasta la plaza St Barthélemy, pequeño espacio donde se sitúa una de las siete colegiatas de Lieja.
La colegiata de Saint Barthélemy es la más antigua de todas. Data del siglo XII y su interior guarda una de las joyas de la orfebrería belga.

– Maravillosos Impasses de Le Vieux Liège
En la paralela Rue d’ Hors-Château descubrimos el secreto mejor guardado de Lieja, sus Impasses.
Estrechos callejones sin salida de una delicada belleza en contraste con la piedra gris de las mansiones que recorren el casco histórico.
Algunos parecen jardines secretos, creados a posta para ocultarse de las miradas indiscretas.
Otros son lugares parados en el tiempo donde te olvidas de la gran ciudad, de su ruidoso tráfico y de la pertinente lluvia.


La Rue Hors-Château fue el barrio extramuros donde se aposentaron las clases populares en los inicios de la gran ciudad.
Con el tiempo fueron desplazados por eclesiásticos y nobles que construyeron iglesias, conventos y mansiones, conocidas en Valonia como Hôtel.
– El Museo de la vida valona
El Museo de la vida valona, ubicado en el ex convento de los Hermanos Menores, recopila todos los elementos característicos de Valonia.

Imprescindible visitar el Teatro de Marionetas situado en uno de sus laterales y ver una representación.

– Place du Marché aux Herbes
En la Place du Marché, repleta de coloridas terrazas, bares y restaurantes, degustamos el plato típico de la zona, le boulette liegeois.
A pesar de nuestra condición vegetariana pedimos un plato junto a una Jupiter. La mejor manera de sentir Lieja ¡a través del gusto!

La Place du Marché contiene dos interesantes símbolos de la ciudad.
La monumental Fuente de las Tradiciones, donde se representan personajes típicos de Lieja y Le Perron, emblema de las libertades liejenses.

– Place de Saint-Lambert
Con el estómago satisfecho llegamos a la Place de Saint-Lambert, epicentro de la ciudad. Sobresale el fastuoso Palacio de Justicia, antiguo residencia de los principes-obispos.
En el centro de la plaza pisamos siglos de historia. Bajamos al subsuelo para entrar en el Archéoforum, un espacio arqueológico que desvela las huellas de la ciudad milenaria.
También, un interesante recorrido por la época prehistórica, las villas galo romanas y los cimientos de la demolida catedral de Saint-Lambert.


Una sucesión de galerías comerciales salpican los laterales de la plaza hasta la que llegan un buen número de líneas de transporte público.
Saint Lambert es un hervidero de gente que corre para no perder el bus, o entran y salen de las afamadas galerías comerciales en un ritmo frenético.
La persistente lluvia nos da tregua y podemos salir a lo alto de la plaza. Un conjunto de columnas señalan el lugar de la vieja catedral. Desde este punto elevado observamos otra perspectiva del magnífico espacio.
Lieja se nos presenta como una ciudad inacabada, de diferentes niveles tanto sociales como económicos y arquitectónicos, envuelta en un enigma.
No me extraña que fuera fuente de inspiración del gran Georges Simenon. Hay algo en esta ciudad que atrapa a pesar de su decadente estilo.
A pocos metros se abre una nueva plaza, en este caso más pequeña, presidida por un magnífico edificio, estamos frente a la Real Opera de Valonia.

Preside la plaza la estatua del músico André Gréty. Su corazón se conserva en la base del conjunto escultórico mientras que su cuerpo descansa en el parisino cementerio de Pierre Lachase.
La parte de atrás lleva hasta la colegiata de San Juan Evangelista. Caminamos después por el Boulevard de la Sauvenière.
– Le Carré y georges Simenon
A través de la Rue du Pot d’Or nos adentramos en el Barrio Le Carré donde Georges Simenon ambienta su novela La Danseuse du Gai Moulin.
Aquí encontraréis el mejor shopping y los bares de copas.

Nos gustan estas calles de encantador ambiente multicultural tan característico de Lieja.
Una excesiva decadencia acompaña nuestro pasos. Sentimos que Simenon sigo «vivo» en cada uno de sus rincones.
En la plaza de la Catedral terminamos nuestro primer día de visita a Lieja la ciudad ardiente.
– Catedral de San Pablo
La imponente catedral de San Pablo es el broche perfecto para un día repleto de emociones y descubrimientos.
La joya del gótico flamíngero destaca en la plaza repleta de jardines y terrazas (si no fuera por la lluvia diría que «el terraceo» es uno de los hobbys de los liejenses).
El interior conserva el tesoro de la ciudad, piezas únicas del patrimonio medieval como por ejemplo, el Relicario de Carlos I el Temerario o el marfil mosano de las Tres Resurrecciones.

Abandonamos el centro histórico a través del Puente de los Obispos, nos dejamos hechizar una vez más por nuestro río valón favorito, el Mosa, antes de regresar a casa de nuestra anfitriona Claire.
vídeo Lieja la ciudad ardiente (dos días)
Puedes ver el vídeo en versión 3D
A pesar de la lluvia hemos intuido una bella ciudad, repleta de contrastes y rincones secretos.
Nos queda mucho por ver y disfrutar de Lieja la ciudad ardiente, te lo contamos en la segunda entrega de nuestra visita.
Siempre es un placer disfrutar de vuestras crónicas por Valonia. Y esta entrada nos gusta especialmente por la reivindicación que hacéis de Lieja, describiendo sus muchos atractivos y vuestros descubrimientos, ¡muchas gracias!
A vosotros!!! Ya tenemos ganas de volver 🙂
Eva y Carmelo
Buenas noches, acabo de pasar un dia en Lieja y solo puedo decir que hacía tiempo que no estaba en una ciudad tan sucia, descuidada ( que pena que esten en ese estado tan horrible sus momumentos: estan negros de mierda, abandonados…
Y que decir de sus calles repletas de excrementos animales y humanos.Casi todo lo recomendable estaba cerrado y ha sido muy decepcionante. No recomendaria parar en esta ciudad porque es perder el tiempo y el dinero( no entiendo el precio de sus hoteles teniendo en cuenta el estado penoso de la ciudad).Me voy muy decepcionada
buenos días Miriam! Cuanto sentimos que hayas pasado un día tan decepcionante, realmente una pena, pero a veces ocurre que al pasra por una ciudad te provoca un rechazo absoluto que no puedes controlar. Lo de la suciedad y decadencia es algo que los ayuntamientos y oficinas de turismo tendrían que mejorar bastante, cuando la visitamos nosotros, había ciertas zonas o barrios que se encontraban en situación parecida a la que comentas, ya lo comentamos en el blog, pero la mayoría de los lugares estaban en buen estado.
Respecto a encontraste todo cerrado, es normal, los lunes son los días en los que museos, palacios, patrimonio, etc, cierra, eso es algo a nivel internacional, pocos monumentos y lugares abren los lunes ya que es el día de cierre (creo que has estado el lunes visitando Lieja)
No obstante, le traspasaremos esta información a la oficina de turismo de Lieja con la que tenemos contacto a ver que responden.
Un abrazo y muchas gracias por animarte a comentar. Cualquier cosa, aquí estamos,
Eva y Carmelo
Buenas tardes, compruebo con estupor, un año después del último comentario, que Lieja sigue siendo, a mi gusto y de todos mis familiares, una visita prescindible, salvo por contados lugares y edificios. Visitamos Lieja en la primera semana de julio 2019, y la imagen de decadencia y desidia era patente. Lo encantador era borrado al doblar la esquina y así, con estos mimbres, no puede salir una buena cesta. La imagen de la Real Opera de Wallonia, en mi retina gracias a los eventos que pude disfrutar a través del canal temático de música Mezzo, queda diluida como azucarillo en agua. El esplendor del edificio tenía como contrapunto unos alrededores de patética imagen, un centro comercial aledaño, que en su día sería un referente y ahora en galopante abandono. Los más desfavorecidos de nuestra sociedad occidental, que buscan como pueden su comida y refugio nocturno, es la dura imagen de la inadmisible frivolidad de Lieja.
De puerta adentro el glamour y en el exterior los sin techo. Calles que podían salvar la visita se arruinaba por la suciedad, los edificios y monumentos en quiebra. En fin, si visitas Brujas, Gante, etc verás también sin techos, como reflejo de una sociedad cuyos valores se deprecian frente a la voracidad del consumismo, pero éstos no comparten ese indigno espacio con la suciedad, el abandono y la sutil y desgarrada mirada de sus visitantes, como reflejo del asombro.
Buenos días Claudio, no imaginas lo que lamentamos que Lieja esté en esa situación ya que nosotros estuvimos un par de día visitándola y tal y como describimos en nuestros artículos nos parteció fascinante por su contraste entre la decadencia y lo modernos, pero no llegaba al estada actual que comentas.
Un abrazo y gracias por compartir tu experiencia, esperamos que Lieja vuelva a encontrarse a sí misma y recupere el esplendor perdido.
saludos,
Eva y Carmelo