Iniciamos un nuevo día en el recorrido por el Gran Sur marroquí, toca viajar por el Medio Atlas. La ciudad de Fez nos ha regalado un buen número de historias, de anécdotas, de fotos, en definitiva ha colmado nuestra expectativa.
Personalmente me ha sabido a poco y siento necesidad de regresar para disfrutar lentamente de esta ciudad, pero sobre todo necesidad de indagar en lo cotidiano, en sus habitantes, en sus costumbres…
Tras Fez nos espera el desierto. Un nuevo paisaje, nuevas personas, los bereberes, tierra inhóspita pero llena de vida y de historias.
Un viaje de 400 kilómetros que recorreremos en autocar, lentamente, parando en aquellos lugares que merece la pena tener en cuenta.
Carmelo y yo, solemos realizar nuestros viajes con nuestro coche.
En esta ocasión lo realizo junto al grupo del Máster de Periodismo de Viajes y en autocar.
Lo que permite fijarme mucho más en el paisaje, observarlo todo, hacer fotos, tomar notas (reviso mi cuaderno y tengo una interesante colección de anotaciones sobre el islam, el territorio, tradiciones…) y, como no, conversar con mis compañeras de viaje.
Llevamos un guía excepcional, el profesor David Rull que no para de responder a nuestras preguntas e inquietudes.
Atravesamos la localidad de Ifrane (creada por los franceses en 1930) a la que todo el mundo conoce como «la Suiza marroquí», de notable carácter alpino y sobre todo europeo.
Prácticamente un guetto elitista en el corazón de Marruecos (cuenta con la universidad más cara del país, Al Akhawayn).
La localidad es bonita, me recuerda a alguna localidad centroeuropea con las casas de tejados inclinados, nada que ver con la arquitectura tradicional del país.
Dada su altitud (1630 metros) está rodeada de árboles y abandona la típica estampa seca del resto de la zona.
Pero lo más sobresaliente se encuentra en la naturaleza que rodea a Ifrane y que se concreta en el Parque Nacional de mismo nombre.
El Parque Nacional merece una parada ya que visitamos a uno de los habitantes más interesantes del lugar, el mono de Berbería.
Sobrevive como puede en estos extensos bosques de cedros y en respetuosa convivencia con los turistas que hasta aquí se acercan.
Resulta divertido observar la interacción entre los monos y las personas.
Tienen una rapidez increíble para enganchar todo lo que le llama la atención por lo que hay que llevar bien agarradas las cámaras, móviles y bolsas o mochilas. Cualquier descuido puede pasar factura.
No he podido dejar de pensar que se han convertido en estrellas de un circo que se repite cada día cuando llegan los turistas y comienza la rutina.
Fotos, cacahuetes, risas, acercamiento, un susto, gritos…, y así sucesivamente.
Se han acostumbrado tanto al ser humano que no sé si podrían subsistir sin su presencia.
Si decides adentrate en el bosque y dejar la parte preparada para los turistas puedes disfrutar de ellos en estado natural.
Dejamos atrás a estos interesantes personajes. Seguimos nuestra ruta camino a Erfoud.
El paisaje comienza a cambiar de nuevo, ahora estamos en pleno altiplano, sucesión de colinas con algún resto de árboles, pero enseguida, el medio Atlas nos muestra un horizonte árido.
Tiendas de campaña salpican el paisaje, pequeños rebaños de ovejas, entramos en una sucesión de espacios abiertos, seguimos subiendo.
El Col Tizi N’Talghaumt a 1907 metros de altitud nos sirve de nueva parada.
David nos explica la geografía del Atlas, la cantidad de ríos ocultos que discurren por estas míticas montañas que dan lugar a un buen número de pequeños oasis fluviales.
Sobresalen los primeros kasbah (pequeñas poblaciones de abobe, troncos de madera de palmera y cañas) que veremos a lo largo del Gran Sur.
El Medio Atlas es un libro de historia geológica de nuestro planeta.
Nuestra siguiente parada es otro de esos lugares que te dejan sin palabras y que consiguen atraparte por su inmensidad y belleza.
Hemos llegado a uno de los miradores más impresionantes del Medio Atlas, el del Valle del Ziz.
Una lengua de palmeras que se pierde en la lontananza y que recorre el curso del río dando lugar al Oasis de Tafilet.
Más de 9000 se reparten a lo largo de este cañón que da vida al incipiente desierto marroquí, en el paisaje sobresale el color marrón de un buen número de Kasbah.
El viento sopla fuerte y noto en mi rostro la sequedad del cercano desierto, estamos llegando a la localidad de Erfoud, puerta de entrada a un territorio que me atrae y al que le tengo respeto.
El Ziz trae sonidos de allá y a la vez es una despedida del altiplano, del Medio Atlas. Pasamos rápidamente la ciudad de Errachidia, pero no tenemos tiempo para parar.
Desde el autocar noto un nuevo paisaje, otros colores, incluso la iluminación ha cambiado. En Erfoud el cambio del paisaje es brutal.
La arena nos da la bienvenida sutilmente, sin molestar, pero haciendo acto de presencia en pequeñas dunas que los lugareños tratan de parar con curiosas empalizadas de hojas de palmera.
La nada, el vacío comienzan a imponer su ley. Y no puedo evitar sentir un escalofrío ante este paisaje.
Nos instalamos en el impresionante Hotel Xaluca Arfoud, uno de los hoteles que más me han gustado en mis periplos viajeros.
Y no tiene nada que ver con la comodidad, sino con el respeto que han tenido con la arquitectura, las personas y costumbres del territorio donde se encuentra.

Kasbah Hotel Xaluca Arfoud, el desierto nos abre sus puertas
Un grupo de músicos locales nos espera en la puerta, y por primera vez, hemos tomando contacto con el pueblo bereber.
El largo camino desde Fez hace mella en nuestros cuerpos, nos instalamos en las preciosas habitaciones, y por el resto del día decidimos disfrutar de un lugar que parece sacado de las mil y una noches.
En el desierto, el Medio Atlas parece ahora una historia lejana, nos esperan unos días intensos en los que recorrer algunos de los lugares más emblemáticos de la zona.
Repaso mi cuaderno y sonrío al leer la cantidad de anotaciones que he sido capaz de anotar en medio del traqueteo producido por el autobús por las infumables carreteras de montaña del Medio Atlas de Marruecos.
Ahora toca descansar, aprovechar las instalaciones del hotel y degustar su exquisita gastronomía, mañana empieza una nueva aventura y necesito un sueño reparador.
¡Menuda ruta más interesante! Qué cambios de un lugar a otro,¿no?
Hola Ana, pues sí, una ruta muy interesante. Lo más llamativo fue ver como cambiaba el paisaje según nos acercábamos al desierto. Toda una experiencia para entender la cultura y formas de ser del país, así como sus contrastes.
Saludos y gracias por tu comentario
Qué buenas fotografías!
Sin duda Marruecos es un país que tiene muchos viajes pro realizar. Y cuando vuelves, descubres aún nuevos matices. Bravo por los viajeros que se adentran en este maravilloso país
Buenos días Miguel!, bienvenido a nuestro blog y gracias por tus comentarios. ME gusta cuando nos felicitan por las fotos ;-))))). La verdad que es otra manera de compartir una experiencia y de transmitir por imágenes lo que se explica.
A nosotros nos ha encantado Marruecos, ya hemos estado dos veces y en breve haremos una tercera!!!.
Saludos!
Oh qué bueno! No sabía que tu visita a Marruecos formase parte de un Máster. Quiero estudiar lo mismo que tú!!!
Yo cuando visité Marruecos también me quedé con ganas de más. Tan cerca y tan diferente… Las fotos están muy chulas.
Un saludo!
jajajaj Siiii Diana, el viaje ha sido la expedición que formaba parte de una de las asignaturas del máster. Pues nada, anímate y a estudiarlo. Aora mismo es uno de los máster de referencia a nivel mundial. Estoy encantada de participar en él!. Me alegro que te hayan gustado las fotos. Un abrazo!!
Ayyy que foto tan linda la de la monita con su bebe… y las manos de fatima… la primera vez que la vi me sorprendi de ver como pintaban el dedo me~ique y el gordo como si fueran del mismo tama~o hehe 😀
Hola Olga, al igual que tú, soy fan absoluta de la mano de Fátima, todo un símbolo para el mundo del islam!. Representa sus cinco preceptos, ¿lo sabías?.
Y sí, toda la razón, una foto muy entrañable la mama y su bebito. Pasamos un rato muy bonito junto a estos animales.
Saludos!
Hermosa naturaleza allí, que bueno poder estar tan cerca de algunos animalitos (es raro que se acostumbren tanto) y poder también hacer ese tipo de recorrido por parques nacionales!, un saludo!
Hola Fernanda, pues sí, resulta un tanto curioso lo dócil de estos animales pero gracias a los visitantes sobreviven y tienen comida de manera fácil. A veces no podemos imaginar que países como Marruecos puedan tener este tipo de Parques Nacionales.
Un saludo!!!