El movimiento hipnótico de la lumbre consigue que el sueño me atrape sin darme apenas cuenta, eso y el agradable recuerdo de una jornada inolvidable. Estoy en la habitación Fuego, una de las cuatro con las que cuenta la Casa Rural Mirador Ardea en Mendixur, localidad de la Cuadrilla (es el nombre que reciben por aquí las comarcas) de La Llanada Alavesa.
Íñigo está al frente de la renovada casa familiar que disfrutaron tres generaciones vinculadas al entorno natural de la Llanada Alavesa, una zona de extensos campos de cultivo, cercana a la capital alavesa, Vitoria-Gasteiz, pero bastante desconocida para los visitantes que se adentran en el País Vasco.
Algunos de sus rincones recuerdan las historias del pasado, pero en general, Casa Rural Mirador Ardea es un confortable y moderno eco-alojamiento, al que no le faltan detalles.
La pasión con la que Íñigo muestra su pequeño paraíso es contagiosa. Define su establecimiento como «el cuadro que se mueve», ya que desde cualquiera de las habitaciones puedes disfrutar de preciosas vistas de la Sierra de Elgea y del Parque Ornitológico de Mendixur.

Casa rural Mirador Ardea ejemplo de ecoturismo y del Basque Style
Mirador Ardea es un alojamiento vinculado al territorio, situado en una parcela de diez mil metros cuadrados que incluye jardín rústico de frutales y especies autóctonas, de las que salen la mayoría de los productos que degustamos en la cena y en el desayuno.

La elección de energías limpias para la calefacción y luz, la utilización de ropa de cama y toallas de algodón bio o la apuesta por una cocina sencilla de km0 para las comidas son un claro ejemplo del respecto al entorno natural.

Pero sobre todo, en Mirador Ardea encontrarás el placer de la vida sencilla, un entorno natural protegido, el uso de productos locales de calidad, así como la recuperación de elementos constructivos como el hierro y madera tan típicos de la zona, un claro ejemplo del Basque Style.
Paseos alrededor de la casa
El valor añadido de este establecimiento es su ubicación, situado en la zona sur del embalse de Ullíbarri-Gamboa, tocando prácticamente las orillas de uno de los humedales más importantes del País Vasco incluido en la lista de Ramsar.
Desde los amplios ventanales de las habitaciones y zonas sociales se observa el Parque Ornitológico de Mendixur al que se puede llegar por un tranquilo camino que se inicia junto a la casa. Existen sendas señalizadas para realizar rutas a pie o en bici.
La provincia de Álava es un referente de la marcha nórdica en España con un total de 62 rutas, una de las cuales recorre la LLanada Alavesa que cuenta con centro propio en la localidad de Agurain (Salvatierra).

En nuestro caso, madrugamos para disfrutar de una ruta serena junto a nuestro anfitrión, Íñigo, quien nos adentró por algunos de los rincones más bonitos del Parque Regional de Garaio, espacio verde a las orillas del embalse.
El mar interior de Álava, tal y como se conoce al embalse, tiene playas con Bandera Azul gracias a la excelente calidad de sus aguas.
Fue construido en los años cincuenta para abastecer de electricidad y agua potable a la ciudad de Vitoria-Gasteiz así como al área metropolitana de Bilbao.
El río Zadorra, que nace en la cercana Sierra de Entzia, se convierte en un humedal que llena de vida esta zona.

Cuando cae la noche, Íñigo, prepara una cena de productos locales.
No puede faltar el queso Idiazábal con membrillos de su huerta y nueces. Degustamos también un delicioso revuelto de bacalao y/o croquetas caseras de morcilla con mermelada de tomate y albahaca regadas con buen vino de la rioja alavesa.
El broche perfecto de nuestro día por la comarca de la Llanada Alavesa.

¿Por qué recomendamos este alojamiento?
– Clara apuesta por la sostenibilidad y el ecoturismo.
– Excelente ubicación, a pocos kilómetros de la N-I, pero a la vez, lo suficientemente retirado para disfrutar de la tranquilidad y del encanto rural de la Llanada Alavesa.
Cercano a las grandes capitales del País Vasco.
– Por su inspiración en la naturaleza. Cuatro habitaciones con los nombres de los cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra en un inspirador alarde decorativo que hacen de las estancias lugares para el descanso y la desconexión.
– Trato personal, amable y cercano de Íñigo que hace que te sientas como en casa, cuidando cada detalle con un mimo exquisito.
– Experiencia 100% slow travel.

Y tú, ¿Cuándo fue la última vez que viviste una experiencia como esta? ¿te animas a compartirla?
0 comentarios