En nuestro periplo de un mes por Irán tuvimos claro que entre los lugares a visitar, a parte de las ciudades más famosas, estarían las zonas menos conocidas o menos explotadas por el turismo, como la loicalidad de Bandar-e-Anzali.
Un ejemplo es la zona norte, bañada por el Mar Caspio, conocida sobre todo por los teheraníes como destino vacacional.
La ciudad de Bandar-e-Anzali, es el principal puerto iraní del Caspio, centro de la industria del caviar e interesante ciudad de población mixta que incluye importantes colonias de armenios, rusos y turcos.
Y precisamente, junto a un couchsurfer ruso vivimos unos inolvidables días por la costa norte iraní.

El río Sefid y Bandar-e-Anzali junto al Mar Caspio
Dejamos atrás Teherán tras nuestro road trip de cinco días por el Kurdistán. Un autobús categoría VIP nos conduce al norte del país.
La estación central de autobuses de la capital es un auténtico «caos» ordenado, centenares de vehículos que parten a infinitos destinos del país.
Nuestro bus «sale» a las 09:00 de la mañana hacia el Mar Caspio.
Una hora después aún estamos en la estación pasando, posiblemente, el momento más friky de todos nuestros desplazamientos en bus por Irán.
El conductor junto a dos hombres nos dan vueltas alrededor de la estación en un intento de «capturar» clientes.
Nos imaginamos que hacer un trayecto con un bus sin llenar no sale rentable. Si se pueden «robar» algunos clientes a los taxis compartidos, ¡pues bienvenidos sean!
Mientras, no podemos más que observar la situación con la mirada curiosa de dos niños que ven por primera vez un divertido juego.
A la vez que nuestra curiosidad y risas, hace reír al resto del pasaje respecto de una situación que para ellos es cotidiana.
Hasta esta ocasión, todos los autobuses que hemos cogido han sido puntuales o han tenido retrasos de salida de como mucho 10 minutos.
Debe ser que esta empresa tiene sus «particularidades». No tenemos prisa, por lo que decidimos mimetizarnos con lo que sucede a nuestro alrededor y disfrutar de la experiencia.
Son las diez pasadas cuando abandonamos Teherán en un día de fiesta (error, error, error…).
Parece que no aprendimos la lección cuando justo al poco de llegar a Irán, nos embarcábamos en un road trip con un grupo de couchsurfers locales en un «puente»
¡Otra vez el insufrible tráfico teheraní pone a prueba nuestra serenidad!

Pipo, nuestra mascota viajera, hace amigos en el bus de camino a Bandar-e-Anzali
El resto de trayecto es fluido, a excepción de nuevos tapones debido a los cortes de tráfico por obras o atascos a la entrada de algunas de las localidades más importantes de la ruta.
Si viajas por Irán, te recomendamos 100% desplazarte en este tipo de autobuses VIP, por unos pocos riales de más, ofrecen un confort casi de lujo.
Amplios, anchos y confortables asientos que se extienden casi como una cama, control del equipaje mediante un número (como el que se da en el guardarropa).
Un tentempié o avituallamiento que es más o menos generoso en función de los kilómetros recorridos, agua fresca y shai (té iraní) custodiado por los conductores como el más preciado de los tesoros.
Un ruso, lujo y couchsurfing en Bandar-e-Anzali
El bus nos deja en algún lugar de Bandar-e-Anzali, pero como no sabemos llegar hasta la casa de nuestro anfitrión, cogemos un taxi.
El taxista nos lleva por la carretera a través de un paisaje de arrozales, agua y praderas verdes.
No entendemos nada, pero confiamos en él, no nos queda otra. Salimos de la ciudad y llegamos a una lujosa zona residencial.
Pareciera que de repente estamos en otro país. Lo que vemos no tiene nada que ver con el Irán que hemos conocido a lo largo de los último veinte días.
Literalmente, estamos flipando con el lugar, es como si alguien nos hubiera tele transportado a Marbella, a la Costa Azul…
Modernos edificios de apartamentos, «chalets» a pie de playa. Para flipar aún más, debemos flanquear una barrera con un guarda de seguridad.
¡Hemos llegado al Irán VIP! o eso parece.
El taxista para frente a un elegante y lujoso bloque de apartamentos ajardinados.
Atónitos, le mostramos de nuevo la dirección que traemos escrita en farsi, en un papel.
Él hace un gesto con la cabeza, confirmando lo que nosotros no somos capaces de aceptar. Pero, ¿quién vive aquí?
Le pagamos y nos deja plantados en la lujosa urbanización.
Carmelo y yo nos miramos, estamos en estado de shock, nos acercamos a una puerta, tocamos el timbre, y para nuestra sorpresa, el mismiso Vladimir Putin nos abre la puerta. ¡Noooooooo! casi me caigo del impacto.
La experiencia de couchsurfing en Bandar-e-Anzali resulta la más friki, divertida, alucinante y sorprendente de todas las que hemos vivido a lo largo de nuestra experiencia con este tipo de alojamiento.
Y no, nuestro anfitrión no es el presidente ruso, pero estamos convencidos de que es su hermano gemelo.
Una vez superado los primeros impactos, «Vladimir» nombre con el que nos referiremos a él, ya que nos pidió por seguridad que no publicáramos fotos, ni su nombre verdadero, nos acoge en su bonito apartamento a pie de playa.
Sin tiempo a asimilar nada de lo que nos ocurre, Vladimir nos sienta frente a él y nos realiza uno de los «interrogatorios» más surrealistas que hemos podido tener en nuestra vida.
En vez de una toma de contacto normal, ¿quienes sois? ¿a qué os dedicais? ¿qué os trae a Irán?
Vladimir, nos pregunta por nuestra ideología política, nos pregunta por qué nos dedicamos a viajar… ¡Y solo llevamos un cuarto de hora con él! ¿Estamos ante un espía, ante una antiguo miembro del KGB….?
Creo que nuestras caras de flipados consiguen que Vladimir se apiade de nosotros y se relaje con el interrogatorio.
Le toca su turno para presentarse, por las respuestas que nos da, sospechamos que estamos en casa de algún mafioso ruso relacionado con el tráfico de caviar o de otro tipo de sustancias.
Vladimir es bajo, de profundos ojos azules, un doble perfecto del presidente ruso.
Con él, la calidez y la amabilidad iraní se han terminado. No obstante, es anfitrión de CS desde hace tiempo y por su casa han pasado un buen número de viajeros.
Eso nos hace confiar en que la frialdad pasará a lo largo del día o que posiblemente tras esa temible fachada se esconde un buen corazón o un gran bromista (más bien una combinación de las dos cosas a la que se suma el poco acertado humor ruso que no entendemos.)
Cae la tarde, Vladimir nos propone preparar unas brochetas para hacer una barbacoa a la orilla del mar.
Aceptamos encantados, entramos en su cocina y los tres preparamos brochetas de pollo, champiñón y verduras. ¡Recordar que en las casas de los rusos, no se puede silbar!
El sobresalto del inicio se va disipando. Ahora Vladimir nos cuenta cosas de su vida en Irán, de lo que le parece el país y su razón para vivir en Bandar-e-Anzali.
Está enamorado de una mujer de la localidad, un amor imposible que vive a su manera, ya que ella es casada.
La urbanización es una especie de «gueto» de libertad respecto al resto de Irán lo que le hace sentir como en casa, sin restricciones religiosas y políticas, resguardado de miradas curiosas.
A parte de eso, descubrimos que la ciudad es un importante puerto comercial desde el que se exportan productos iraníes a los países vecinos del Caspio, como Rusia o Azerbaiyán.
Entre esos productos destaca el caviar iraní, una de las materias primas más famosas de Irán, junto al petróleo, los pistachos y el azafrán.
Vladimir se dedica a comercializar algunos de estos productos y decidió quedarse en el país aprovechando la buena calidad de vida de Anzali así como lo «barato» que resulta vivir en Irán a una persona como él.

Casa de nuestro couchsurfer ruso en Bandar-e-Anzadi
La tarde cae en la preciosa playa privada. Preparamos una pequeña fogata en la oscura arena del Caspio.
A pesar de la prohibición de bañarse, de desnudar los cuerpos, Vladimir convence a Carmelo para zambullirse en el Caspio en un acto de nocturnidad y alevosía.
En el rato que permanecemos en el lugar, solo vemos alterada nuestra intimidad cuando un grupo de jóvenes se acercan también hasta la playa para dar rienda suelta a sus deseos de fiesta, de libertad.
Posiblemente la exclusividad de la urbanización produce que la gente por aquí siente menos restricciones de todo tipo.
Yo no llevo puesto el velo y aunque el agua del Caspio está perfecta, prefiero quedarme en la orilla para preparar la cena mientas los dos efebos se sumergen en el mar.
Nos jugamos un arresto, pero la libertad que nos trasmite este bello lugar y la tranquilidad de Vladimir hacen que nos despreocupemos de las restrictivas normas del gobierno.
Contemplar la inmensidad del Caspio, imaginar que a pocos kilómetros tenemos Azerbaiyán, sentir en la lontananza a Turkmenistán, Georgia, Rusia y Kazajistán nos emociona.
Con la intensidad de vivir momentos casi prohibidos, de saber que estás incumpliendo normas que restringen la libertad y los derechos del ser humano, terminamos un curioso día en Bandar-e-Anzali.

Cae la tarde junto al Mar Caspio en Bandar-e-Anzali
Sorpresas en Bandar-e-Anzali
Una nueva jornada nos espera en Bandar-e-Anzali.
Vladimir nos informa que hoy vendrán unos amigos suyos a pasar el día ya que tienen curiosidad por conocer a los dos españoles que han llegado hasta este recóndito lugar del país.
El turismo internacional no llega hasta aquí y se nota. Todos quedan unos kilómetros más abajo en el impresionante pueblo colgado de Masuleh.
La pareja llega pronto, él es bielorruso y ella iraní, nos sorprende el mestizaje cultural de la zona.
A pesar de nuestra curiosidad por ellos, enseguida pasamos a ser el centro de atención, de nuevo preguntas, mucho interés por nuestra opinión sobre el país, por nuestras ropas, por nuestras ideas y cultura.
La conversación es amable, fluida, yo hablo con Rasha, nuestra presencia supone un revulsivo en su monótona vida.
Ella es una mujer joven, no más de 25 años, muy bella (como la mayoría de las iraníes que hemos conocido), con una curiosidad infinita y ganas de marchar de Irán.
Madre de un niño de tres años y «afortunada» por estar casada con un «extranjero» de mentalidad y costumbres más occidentales.
Alex, es también joven, nos cuenta que tuvo que convertirse al islám para casarse con Rasha (ninguno de los dos es practicante de una religión que no les representa.)
Llegó hasta Irán por trabajo, pero ahora está en el paro y pasa por un momento de desanimo personal ya que el país asume una fuerte crisis económica y es difícil encontrar trabajo.
Si hay una cosa que hemos disfrutado en Irán, han sido las largas e interesantes conversaciones de todo tipo, color, ideología…, y siempre, todas ellas, baja el más estricto nivel de libertad y respeto.
El pueblo iraní, en general, no tiene nada que ver con lo que nos cuentan en los telediarios.
No puedo transcribir aquí todo lo que llegamos a hablar, a compartir, tendría para rato.
Pero si compartimos la bonita experiencia de una localidad costera que nos encantó en nuestro periplo iraní.
Bandar-e-Anzadi multiculturalidad, puerto y caviar
Carmelo y yo nos hemos levantado temprano, decidimos dar un paseo por los alrededores de la casa de Vladimir para poder ver con la luz del día el lugar en el que estuvimos la noche anterior.
Caminamos por una urbanización de lujo. Un buen número de «casoplones» salen a nuestro paso.
Vemos a muy poca gente, el lugar nos recuerda a las villas de lujo de nuestro país, muy monas, pero sin vida.
No nos atrevemos a sacar fotos, ni a grabar. ¡El caviar debe dejar mucho dinero en la zona!
Al final de la calle llegamos hasta la playa, no hay ni un alma, solo estamos nosotros.
Decido prescindir del insufrible pañuelo y vivir un momento de libertad en este paisaje natural de ensueño.

Playa en Bandar-e-Anzali

Le digo adiós al insufrible pañuelo ¡Hola libertad!
Respiramos los aromas del mar Caspio, caminamos por la tranquila y desértica playa que se mantiene virgen.
La urbanización ha respetado un buen ancho de arena, pisamos pequeñas dunas salvajes y disfrutamos de la vegetación autóctona.
El día es perfecto, tras el sofocante calor que hemos pasado en Teherán, Anzali nos regala un magnífico tiempo primaveral.
Nos descalzamos, me quito los pantalones y me quedo con el vestido que llevo para poder sentir al Caspio.
Es la primera vez que siento otro mar que no es el Mediterráneo. Siempre, las primeras veces son emocionantes.
El baño está prohibido, así como la desnudez del cuerpo, pero estamos solos y a veces, es necesario saltarse las leyes.
Aunque no es cuestión de acabar en la cárcel, por lo que mantengo mi cuerpo tapado con el vestido. Carmelo tan solo eleva sus pantalones hasta la rodilla para poder caminar por la orilla y sentir el agua.
La arena es marrón oscura y la playa está repleta de conchas, los reflejos que provoca son preciosos.
Poco a poco vamos teniendo compañeros de paseo matutino, un buen número de gaviotas nos acompañan y juguetean a nuestro alrededor.

Un mar de conchas en la playa de Bandar-e-Anzali
Cuando regresamos a la casa ya han llegado los amigos de Vladimir quien nos propone visitar el mercado de la ciudad para comprar los productos necesarios de la comida. Aceptamos encantados.
Él tiene un viejo saipa (marca nacional iraní) con el que nos hace un pequeño tour por la localidad, nos muestra rápidamente sus lugares favoritos, una biblioteca, un café, algunas calles.
En Irán, la gasolina tiene precios irrisorios (unos 0,25€) a lo que se suma la inexistente conciencia medioambiental y sostenible de los iraníes.
El coche se utiliza muchísimo, a pesar de la crisis. Tampoco se tiene preocupación por el gasto energético de la electricidad que también está muy subvencionada.
Hemos sufrido mucho viendo como las luces se mantienen encendidas horas y horas, sin necesidad de ellas. Como veis, no todo en Irán es de color de rosa.
En general, exceptuando algunas zonas más turísticas, en las calles se acumula basura, la contaminación es terrible debido a un parque automovilístico envejecido y la mala calidad del aire que llega de las zonas petroleras.
No se tiene conciencia de la escasez del recurso o del cambio climático. Reciclar es una palabra totalmente desconocida y las basuras se acumulan sin que a nadie parezca importarle lo más mínimo.
Bandar-e-Anzadi es una muestra más de este «mal endémico» de Irán, aunque aquí, el aire es más limpio y el cielo es azul.
Las brisas procedentes del Caspio y de las montañas de alrededor, mejoran la calidad ambiental.

Postales de Bandar-e-Anzadi junto al río Sefid desde el puente de Ghaazian
Dejamos el coche en un lugar habilitado para ello que es gratuito, aquí no se cobra por aparcar.
Vladimir nos adentra por la zona más animada de Bandar-e-Anzali. Lo que observamos, nos gusta.
El estilo constructivo es totalmente diferente a lo visto hasta el momento. Las casas no son muy altas y tienen ese toque de costa que se repite en otros países.
El río Sefid parte a la ciudad en dos, su desembocadura en el Caspio es muy bonita ya que el curso del río configura una serie de lagunas en un precioso delta.
Desde el puente de Ghaazian obtenemos unas preciosas vistas a la ciudad y hacia las casas que parecen flotar sobre las aguas del Sefid.
La laguna de Anzali divide al puerto en dos y este se une a la isla de Beheshti por dos puentes que dan movilidad a la ciudad.
Merece la pena quedarse un rato mirando las imágenes de postal que nos regala el puente.
De frente, el río y las casas ribereñas, a la derecha el mercado o bazar al aire libre y a la izquierda una serie de edificios gubernamentales.

Mercado abierto de productos frescos en Bandar-e-Anzadi
Bajamos hasta el mercado para comprar los productos con los que haremos la comida. Carmelo les ha dicho que cocina él. Por una vez, ¡no haremos una tortilla de patatas!
El mercado es fascinante, no es el típico bazar iraní cerrado, en esta ocasión nos encontramos con puestos al aire libre.
Puestos situados bajo los toldos de casas o sobre pequeñas tiendas, lo que provoca un bonito caleidoscopio de colores y formas.

Prodcutos frescos en el mercado al aire libre de Bandar-e-Anzali
El producto estrella en Bandar-e-Anzali es el pescado, un buen número de variedades del Caspio y del río Sefid. Algunas nos son conocidas, otras no las hemos visto nunca.
Vladimir y sus amigos nos ayudan a elegir (más bien a Carmelo que será nuestro chef), por mi parte compro verduras frescas y frutas.
Las tierras norteñas son muy ricas en este tipo de producto gracias a la humedad y las aguas de los ríos que corren por la zona.

Puestos de pescado seco

Compramos la comida del día en Bandar-e-Anzali
Tras la compra, regresamos a la casa de Vladimir para preparar la comida, continuar las animadas charlas y disfrutar de una experiencia local en Irán.
Una vez más, como ha ido pasando en este periplo, nosotros planificamos una cosa y el propio viaje nos reserva otra.
La conversación ha derivado en diferentes temas, Rasha y yo hablamos de platos, de bebidas típicas de nuestros países, ella siente curiosidad.
De repente sin saber cómo, me encuentro explicando al grupo como se hace una sangría.
Sin apenas tiempo para reaccionar, Rasha y Alex nos invitan a su casa para que preparemos una sangria (dicen tener vino escondido en su casa).
De paso conoceremos su pueblo y alrededores, por lo visto hay unas montañas muy bonitas, así como zonas turísticas singulares.
Nosotros teníamos previsto quedarnos dos días más en Anzali, pero nos convencen para acercarnos a su casa.
Vladimir se apunta a la excursión, así que, preparamos el petate y ponemos rumbo hacia la casa de nuestros nuevos anfitriones.
Si lo que nos pasó con Vladimir nos pareció surrealista, el viaje a casa de Rasha y Alex, así como el regreso a Teherán superan cualquiera de las anécdotas vividas a lo largo del mes por Irán.
Hacia las cinco de la tarde, recogemos todo y ponemos rumbo hacia el nuevo destino, esta vez viajaremos en coche y nuestro «chofer» será Vladimir.
Bandar-e-Anzadi queda a nuestra espalda, pasamos de nuevo por el centro para la localidad.
Tomamos la carretera 49 hasta la famosa ciudad de Rasht (lugar que nosotros pensábamos iba a ser nuestro destino).
Una vez allí nos desviamos a la N22, una especia de N-340 española, que recorre el norte de Irán y atraviesa las principales localidades de la costa del Mar Caspio.
Si viajáis a Irán, os recomendamos que incluyáis en vuestra ruta una escapada al norte, sobre todo a la zona del Mar Caspio.
Localidades como Bandar-e-Anzali merecen la pena ser conocidas y disfrutadas.
Lo cotidiano, el ambiente de turismo local, el clima, el paisaje, las comidas y la mezcla de gentes y culturas os cautivarán, más allá de que la ciudad tenga o no un patrimonio artístico o arquitectónico.
Hola chicos!
Un mesazo en Irán, ¡qué envidia! Nosotros estuvimos solo dos semanas y no pudimos más que ceñirnos a la ruta «típica».
También intentamos hacer courchsurfing, pero no cuajó, creo que lo empezamos a mirar tarde. Para la próxima, que la habrá!
Por cierto, yo también encontré el pañuelo insufrible, qué tortura, de verdad.
Un besote
Hola chicos! Seguro que también fue un viajazo, la verdad que un mes se nos hizo corto, pero tuvimos la suerte de llegar a lugares donde no llegan turistas y eso te da otra perspectiva y te saca de las típicas rutas.
Si repetís otra vez, nos lo decís, y os aconsejamos sitios chulos fuera de ruta y a nuestros amigos de CS para que os alojen 😉 Un abrazo
Eva y Carmelo
¡Hola! Que maravilla haber podido conocer durante todo ese tiempo Irán… vuestra etapa en Bandar-e-anzadi ha dejado estampas maravillosa, ¡me encantan! Además, creía que hacer couchsurfing no sería tan fácil y positivo en Irán. Toda una experiencia. Gracias por compartirlo. ¡Saludos!
Hola Luz, pues si, toda una aventura y un periplo inolvidable. Sobre todo por que nos desplazamos a lugares poco visitados y nada turísticos, conociendo un Irán totalmente diferente y más real. Utilizar la plataforma de CS para alojarnos es un plus que le damos a nuestros viajes, igual que tener en casa a viajeros d etodo el mundo que también se alojan y nos eligen a nosotros para que seamos sus anfitriones.
Gracias por el comentario,
Eva
Hablar sobre política como tema para empezar a conocerse no parece muy acertado… Nosotros no hemos probado (aún) alojarnos mediante couchsurfing, nos da algo de reparo pensar que en nuestra primera experiencia nos pueda abrir la puerta alguien como vuestro «Vladimir», aunque suponemos que todo es probar… ???? Muy buen post. ????
Saludos.
jajajaj, no os preocupéis, esta experiencia ha sido la única friky que hemos tenido en los cinco años que llevamos alojándonos y alojando en casa mediante la plataforma de CS, pero la verdad, que teníamos que contarlo!!!!
Animaros a hacerlo, es una pasada 😉 Muchas gracias por vuestras palabras. Un abrazo pareja!
Eva y Carmelo