Son las cinco de la tarde cuando abandonamos la tranquila ciudad de Bandar-e-Anzali. Más de 200 kilómetros nos esperan, pero eso no lo sabemos, ni tampoco sabemos nuestro destino (Shahrak-e Namak Abrud).
Solo sabemos que vamos a casa de los amigos de Vladimir, el couchsurfer ruso que nos ha acogido por una noche en la ciudad portuaria más importante del norte de Irán.
Rasha y Alex serán nuestros nuevos anfitriones en la ciudad de Chalus, un viaje que viene motivado tras una agradable conversación con Rasha quien nos invita a su casa para que les hagamos una sangría española.
Doscientos kilómetros y más de tres horas de coche para ¡hacer una sangría!
Son las cosas que tienen los idiomas o las conversaciones emotivas. Rasha y Alex nos invitan a su casa y Vladimir (nuestro host) se apunta.
Pero nadie, nadie, nos explica que su casa está ¡a más de tres horas de viaje!
Una aventura por la N22 rumbo a Shahrak-e Namak Abrud
¿Te ha pasado alguna que te montes en un coche, pensando que vas a hacer un trayecto corto y poco a poco las horas pasan sin llegar a ningún lado?
¿Si? ¿No? pues a nosotros, por primera vez en nuestras aventuras viajeras, nos ha pasado.
Vladimir conduce a través de la N22 una de las carreteras más largas de Irán.
Una vía que nos ha recordado mucho a nuestra N340, ya que la mayor parte del recorrido lo hace a través de localidades, pueblos y ciudades costeras.
Llevamos el Mar Caspio a nuestra izquierda. En nuestro camino divisamos extensos arrozales, pero la mayoría de las veces, la N22 pasa por zona urbana.

Carmelo y Pipo de camino a Chalus por la N22
Viajar en coche por Irán es peligroso, muy peligroso y además se hace un poco pesado.
A cada entrada de pueblo, ciudad o aldea, encontramos reductores de velocidad o algún puesto de control policial, lo que hace que el viaje se eternice.
Si a eso le sumas, que el conductor no teme por su vida, ni por la de las personas que lleva con él y que de su radio sale una música infernal, pues imagina el panorama.
¡Suerte que siempre llevo tapones para los oídos! Imprescindible si practicas couchsurfing. La música rusa de Vladimir resuena por toda la N22.
La policía nos toma por un trío de turistas excéntricos, o eso pienso yo, ya que no nos paran ni una vez tan solo nos miran atónitos en cada uno de los controles.
Esta carretera nos ha mostrado un Irán totalmente diferente del visto hasta ahora.
Un Irán del «ladrillazo», del boom inmobiliario costero, un Irán capitalista, de urbanizaciones de lujo y centros comerciales en los que nos ha sorprendido ver marcas españoles de ropa.
Hacia la nueve de la noche llegamos, por fin, a Chalus, la ciudad en la que viven nuestros anfitriones.
Primero recogemos a su hijo que está en casa de la abuela. Una mujer de mi edad, más o menos, una emprendedora al frente de una guardería privada.
Mujer moderna, vital, poco dada a las restricciones impuestas por el gobierno.
En casa de Alex y Rasha preparamos, por fin, la sangría, o algo parecido, ya que el producto al que ellos han llamado vino, es algo sumamente rancio.
Con paciencia, mucha fruta, helado y hielo bien picado, consigo salvar las expectativas sobre «mi sangría.»

Como dos gatos por los tejados de Chalus junto al Mar Caspio
Antes de la cena, nuestros anfitriones nos invitan a subir al terrado de su casa para que disfrutemos de la bonita panorámica de su ciudad, del mar Caspio y de las montañas que les rodean.
No podemos más que reír recordando las anécdotas vividas en estos dos últimos días en Irán mientras estiramos las piernas por los tejados de Chalus como dos gatos nómadas.
Tras la cena y una interesante sobremesa en la que hablamos libremente de todo tipo de temas, nos vamos a dormir.
Alex y Rasha nos informan que al día siguiente nos llevarán a uno de los complejos turísticos más famosos del norte de Irán, Shahrak-e Namak Abrud (conocido también como Namakabrud) a pocos kilómetros de su casa.

Cae la noche en Chalus a qué no es el Irán que te imaginabas?
El Irán más turístico
Nuestro viaje por Irán está a punto de finalizar, tras más de veinte días recorriendo el país, culminamos el periplo en el norte, junto al Mar Caspio.
Esta zona es preciosa, no tiene nada que ver con todo lo visto hasta el momento.
Las carreteras nos ofrecen paisajes verdes, humedales e infinitos campos de arroz que por estas fechas nos muestran un mar de color verde.
Chalus es una de las ciudades más importantes del norte, ya que es capital del distrito.
Supera los 100.000 habitantes, presume de su entorno natural y de alguna playa interesante.
Pero lo que da vida a la ciudad es el complejo turístico de Shahrak-e Namak Abrud situado a unos 30 kilómetros.
Namakabrud es algo parecido a una ciudad vacacional, aunque ellos lo denominan «aldea».
Nada más lejos de la realidad ya que se compone de edificios de apartamentos, hoteles, villas y todo un entramado turístico que incluye centro comercial y telecabina, el más largo del país.

Turismo de aventura en Namakabrud Adventure Park
Una villa residencial ideada por un grupo de ingenieros con el objetivo de aprovechar los interesantes recursos naturales de la zona y convertirlo en el destino turístico favorito de teheraníes e incluso de extranjeros.
Y hasta aquí llegamos junto a nuestros anfitriones, en un día nublado, de los pocos que hemos tenido en Irán.
Shahrak-e Namak Abrud nos sorprende con sus amplias avenidas, sus zonas ajardinadas y un toque muy, muy Europeo, tanto que casi creemos estar (salvando las distancias) en España, en Suiza o Alemania.
La costa del Mar Caspio iraní comienza a despertar al boom turístico, sobre todo de los propios iraníes que viajan mucho por el país debido a las restricciones para hacerlo a otros países.
Paseamos por un parque que incluye cascadas y zona de restaurantes en el que nos tomamos unos ricos helados de pistacho (bastani).
Nos sorprende la cantidad de familias, de grupos de amigos y parejas que disfrutan del parque, que se hacen fotos y viven lo cotidiano de una manera natural.
¿Realmente Irán es un país peligroso?

Parques y jardines en el complejo turístico de Shahrak-e Namak Abrud
Tomamos el telecabina que comienza a nivel del mar, junto a las costas del Caspio, y nos eleva a lo largo de dos kilómetros hasta las alturas del sistema montañoso del Alborz.
Cruzamos desde el aire un denso bosque de robles, castaños y hayas.
Las vistas son espectaculares. La pequeña villa queda a nuestros pies, así como los campos de arrozales y el Mar Caspio.
Poco a poco notamos como baja la temperatura. Venimos vestidos de verano, con sandalias y manga corta, nadie nos ha avisado de que en el Monte Alborz las temperaturas bajan unos 10º.

Extenso bosque en la cima del Adventure Park de Shahrak-e Namak Abrud
El viaje dura unos 15 minutos hasta la cima de la colina y acaba en un parque de aventuras. Bajamos del telecabina y nos sorprende todo un mundo de ocio.
Tirolinas, instalaciones deportivas, rutas de treking y senderos que introducen en un espectacular bosque. ¡Estamos alucinando con este lugar!
Hasta aquí llegan muchas familias con sus alfombras y sus picnic para pasar el día.
Una tradición que hemos vista repetida por todo el país. ¡Los iraníes llegan a todos lados con sus alfombras y su té!

Tirolina en el monte Alborz
No nos extraña que sea un destino vacacional tan querido por los teheraníes, ya que la capital es un verdadero infierno en los meses de primavera y verano.
Aquí arriba nos sentimos casi en el paraíso, aunque hace bastante frío y nosotros no traemos nada con que cubrirnos.
El lugar es mágico, nos cuesta creer que estamos en Irán, parece que alguien nos ha teletransportado a un bosque de elfos, de gnomos y otros personajes de cuento.
Nubes de humedad nos rodean, la profundidad del bosque impide que los rayos del sol lleguen hasta nosotros, caminamos hipnotizados a través de una senda señalizada.
Yo estoy en mi salsa después de días y días de sofocante calor, de tragar arena del desierto, de nubes de polvo y lluvia marrón.
Irán nos regala un precioso final, o al menos, una bonita antesala a nuestra despedida del país.
Alex y Rasha se emocionan con nuestras caras de sorpresa, de alegría que poco a poco se transforman en caras de frío.

Sendas en el bosque del monte Alborz en Shahrak-e Namak Abrud
Nos da rabia haber descubierto este paraje natural tan tarde, Namakabrud y su zona de bosque merece ser pateada, disfrutada sin prisas.
Después de una hora caminando por sendas repletas de fósiles, árboles centenarios y una belleza natural cautivadora, decidimos regresar al telecabina para bajar hasta la costa.
El frío es cada vez más intenso y nuestra fina ropa no nos cubre lo suficiente de la persistente humedad.

Rocas con fósiles en las montañas del Alborz al norte de Irán
De bajada apreciamos la magnitud de Shahrak-e Namak Abrud.
Lago artificial, canchas de tenis, centros comercial, pistas de patinaje, ala delta e incluso la posibilidad de alquilar avionetas para hacer un vuelo.
Aquí está todo pensado para el uso y disfrute de los visitantes, posiblemente de los complejos de este tipo más grandes que hemos visto hasta ahora en nuestros viajes.
Sí, ¡estás cosas existen en Irán!
La bonita jornada la acabamos comiendo en un restaurante en las orillas del Caspio.
Alex y Rasha nos traen hasta un interesante restaurante que ofrece deliciosa comida local.
Nos tomamos una cervezas iraníes (de las que yo me he vuelto fan) y disfrutados del sonido del agua antes de comer.
El día sigue nublado, pero la temperatura es más cálida que el bosque.
Disfrutamos de las imágenes que vemos, de nuevo lo cotidiano sale a nuestro encuentro y nos sentimos muy felices con tan poco.

Playas de Chalus, Mar Caspio

El mejor final a nuestros días en el norte de Irán junto a Alex y Rasha
finalizada la comida nos despedimos de nuestros anfitriones que no quieren que marchemos.
Para ellos esta visita ha sido un revulsivo en su rutina diaria. Por aquí cada día es igual, nunca pasa nada (o eso es lo que nos cuentan).
Pero tenemos que volver a Teherán donde nos esperan las últimos días en el país.
Si planificas un viaje por Irán no dudes en incluir la zona norte y el Mar Caspio en tu ruta puede que te lleves la gran sorpresa, tal y como nos ha pasado a nosotros.
Desde aquí queremos agradecer la hospitalidad de esta familia tan amable que sin conocernos nos acogieron durante dos días en su casa.
Guauuuuu!! Vaya pedazo de viaje que os habéis hecho, vaya aventura mas chula ¡y qué bien redactado, me ha encantado! Enhorabuena por tu blog.
Hola Laura!!!! guauuu, jajaja con comentarios como el tuyo merece la pena seguir relatando y escribiendo 😉 Irán nos proporcionó uno de las mejores experiencias de nuestra vida, cualquier día era una nueva ocasión para aprender, para compartir… y siempre, una nueva aventura.
Muchísimas gracias por dejarte envolver por nuestro mundo. Un abrazo,
Eva y Carmelo
Me encanta descubrir estos lugares de vuestra mano, un post super completo y me encanta la tirolina. Me lo apunto en mi lista de posibles viajes y nunca se sabe. Feliz semanita y a disfrutar del verano
Muchas gracias Alberto! Irán es un país increíble que merece la pena conocer desde diferentes ópticas. A nosotros nos encantó la experiencia en este parque con todas sus actividades entre ellas, la tirolina. ¿Quién podía pensar que en Irán se hacen estas cosas???
esperamos que algún día te animes a viajar por la antigua Persia, un abrazo
Eva y Carmelo
Caramba, no sabía que habíais llegado hasta el Mar Caspio. La verdad es que Irán nos fascinó aunque nos faltaron días. No visitamos esta zona, pero quizá hubiera escogido antes poder llegar hasta Bam o Mashad.
Por cierto, yo no recuerdo haber sentido especial peligro al viajar en coche en Irán. Bastante menos que en Egipto u otros paises árabes o la India, al menos.
Hola Jordi, pues el mes dio de sí 😉 Desde Teherán hicimos una ruta de unos días hacia el norte. La zona del Caspio es fascinante y como ya estábamos cansados de desierto y ciudades deslumbrantes, decidimos conocer otra perspectiva de Irán.
El regreso de Chalus a Teherán lo realizamos en taxi, compartido con la propia familia del taxista, y fue una de las experiencias más peligrosas que vivimos en las carreteras de Irán, imagina las barbaridades que iba haciendo el conductor que nos paró la policía.
No obstante, con tantos desplazamientos que realizamos por el país y utilizando todo los transportes que usamos, te puedo decir, que la conducción en Irán es una locura. En nuestro canal de youtube subimos un vídeo de nuestra aventura por las carreteras sinuosas del Alborz, ¡pa habernos matao!
Un saludo,
Eva y Carmelo