Los lugares se pueden observar, mirar o sentir desde diferentes puntos de vista, desde diferentes enfoques y perspectivas según el viajero que los visita. Nosotros, decidimos visitar la ciudad oasis de Yazd con los cinco sentidos.
Un lugar puede resultar maravilloso, simplemente, con la experiencia vivida junto a sus habitantes, sin tener en cuenta otros factores.
En otras ocasiones, puede resultar mágico si lo observas con tranquilidad, fijándote en cada detalle de su arquitectura, de sus colores, de la luz.
Visitar la ciudad oasis de Yazd a través de los sentidos
Yazd fue la primera y única ciudad de Irán que visitamos solos, sin ningún anfitrión o local a nuestro lado, y la experiencia fue mágica.
Una visita donde nos dejamos llevar por nuestro propio olfato viajero, sin mapas, sin guías, sin recomendaciones.
Dirigidos tan solo por nuestra infinita curiosidad, contamos con dos días para enamorarnos de la milenaria ciudad, cuna de la primera religión monoteísta del mundo, el zoroastrismo o mazdeismo.
Una ciudad que recorrimos siguiendo los aromas y tradiciones de la Ruta de la Seda, tocando el agua de sus fuentes, un milagro en medio del desierto.
Os dejamos nuestras recomendaciones para visitar la ciudad oasis de Yazd a través de los sentidos y en soledad.
1 El oído – El sonido del silencio, del viento y del agua
Si hay una característica que identifica a Yazd, son sus fuentes, los captadores del viento y sus torres del silencio, singular arquitectura que aprovecha la naturaleza para dar solución a conceptos humanos y religiosos.
Los captadores de viento (Badgir en persa) son el antepasado más innovador y eficiente de nuestros actuales aires acondicionados. La parte más visible de esta preciosa ingeniería ancestral son las torres de viento, que hemos visto en otras ciudades como Kashan o Niasar.
La magnífica solución natural, que refresca el hostil y caluroso aire del desierto, combina el adobe (un material aislante procedente de la arena, el barro y el sol) el agua y el viento.
La mano del hombre y la naturaleza se aúnan en una de las soluciones arquitectónicas más bonitas del Oriente Medio.
El sonido del agua es sutil, pasa desapercibida entre el ruido de los coches, motos y cláxones de la ciudad.
Pero caminando entre las callejuelas del viejo Yazd descubrimos depósitos de agua y canales que llenan de vida a la ciudad y consiguen bajar las temperaturas.
Es tal la importancia del agua en la zona, que Yazd cuenta con un Museo dedicado a este elemento natural.
El sonido del surtidor, del pequeño jardín del museo, nos devuelve el frescor frente al caluroso día que hemos tenido.
En la plaza del complejo Amir Chakhmaq descubrimos una preciosa escultura que rinde homenaje a los aguadores de la ciudad.
Junto a ellos el sonido del agua vuelve a relajar nuestra alma viajera. La escultura se proyecta en una fuente que da vida a toda la plaza.
El constante sonido del tráfico ahoga cualquier otra expresión sonora en esos momentos.
En el Jardín de Dolwat-abad se encuentra el captador de viento más antiguo del mundo en funcionamiento.
Dolwat-abad está inscrito en el listado UNESCO de jardines persas distribuidos por varias ciudades de Irán y la India.
La más maravillosa de las antiguas innovaciones técnicas del medio oriente se encuentra en este lugar, la alta torre del captador del viento que transmite un magnífico sonido, el del aire corriendo en su interior.
Poder jugar con el viento que circula por los pasillos, escuchar el sonido del agua que corre por pequeños canales (qanat) bajo tus pies y disfrutar de las espectaculares vidrieras, es un milagro.
¡Estamos en pleno desierto!
Solo si te desplazas unos kilómetros, a las afueras de Yazd, encontrarás el silencio.
En una zona árida alejada de la ciudad se sitúa el enclave zoroastriano de purificación del cuerpo tras la muerte.
En las torres del silencio (dakhma en persa) se abandonaban los cuerpos de los fallecidos, nunca se enterraban. Aquí, solo se escucha el silencio.
2 La vista – El sky line de Yazd, el caleideiscopio de sus jardines y el atractivo onírico de sus cúpulas
La ciudad de Yazd está hecha para ser contemplada desde los tejados. Basta con hacer un recorrido por las azoteas de los hoteles del casco antiguo para enamorarse de la vieja dama del desierto.
Ocres, marrones, naranjas, una amplia gama de colores arena se suceden hasta el infinito o más bien, hasta las puertas del desierto.
El contraste con el color del cielo es brutal lo que configura una imagen fotogénica única.
Tus ojos no paran en esos momentos, intentas mirarlo todo, olvidándote completamente de la cámara. El hechizo de esta ciudad es innegable.
Cúpulas que transportan a los cuentos persas de las mil y una noches, torres del viento que parecen sacadas de películas vanguardistas del siglo XX o una singular arquitectura copiada en famosas sagas televisivas.
Y cuando menos te lo esperas, Yazd deja el omnipresente color ocre de sus edificios para explotar en un caleidoscopio de color en sus jardines.
La belleza singular del jardín persa que aúna vida, arquitectura, naturaleza y agua se concibió como símbolo del Edén. Destacan los cuatro elementos del zoroastrismo: la tierra, el cielo, el mundo vegetal y el agua.
En la arquitectura iraní todo tiene sentido, a veces práctico, a veces espiritual, siempre acorde al ser humano en su relación con el entorno y la naturaleza.
En Yazd, la vista es protagonista cuando observamos las cúpulas. Una tras otra, van apareciendo en mezquitas, caravanserais o en el bazar.
La cúpula es la máxima expresión del arte islámico. La belleza de estos elementos van más allá de la pura arquitectura y obligan a elevar tu mirada al cielo.
No todas las cúpulas persas se encuentran en las mezquitas.
En Yadz puedes descubrir este rico elemento como solución decorativa de edificios civiles, donde la laboriosa geometría y las aplicaciones matemáticas se muestran ante tu sorprendida mirada.
Vídeo visitar la ciudad oasis de Yazd
Vídeo versión 3D
3. El gusto – La cocina tradicional persa se sirve «elevada»
Para un par de vegetarianos como nosotros, Irán es un país muy interesante pues la base de su gastronomía es vegetal.
Yazd cuenta con una interesante selección de lugares donde se puede comer de manera económica sin restarle calidad.
En la ciudad vieja se sitúan un buen número de pequeños hoteles jardín con su correspondiente restaurante donde por unos 10€ quedas muy a gusto.
Hemos tenido la oportunidad de degustar comidas y cenas en algunos de ellos.
El sabor de los platos persas acrecienta ese halo de magia que tienen algunas ciudades.
Los sabores son más ácidos y especiados que en Occidente. Sorprende la cantidad de diferentes verduras crudas de acompañamiento y sin aliño.
No hay un solo plato donde no esté el omnipresente arroz (tah-chin). «El arroz es a Irán lo que las patatas fritas a España».
En Irán no existe el primero, segundo y postre. La mesa se convierte en un despliegue de sabores, olores y colores mezclados dispuestos para explotar en tu boca.
El azafrán y la granada se encuentran en cada uno de los platos, junto al sabor ácido del yogur son los reyes de la mesa. Para nuestro gusto, un tanto excesivo.
Las comidas se hacen siempre en el suelo o en una especia de «cama» elevada.
Después de comer y tomar el shai, sirve para dormitar un poco. Momentos que se aprovechan para escapar del calor.
Si sois más comodones, no os preocupéis, la mayoría de los restaurantes tienen la opción de mesas y sillas.
La comida iraní es muy interesante y variada. Imprescindible comer kebbab acompañado de tomate, arroz con azafrán, tomates y pepinillos.
Pero el gusto también se encuentra en las frutas, en los deliciosos panes y helados.
Las tiendas de frutas, panaderías tradicionales y las heladerías se suceden a lo largo de los bazares y las grandes avenidas.
4. El tacto – Acariciar las alfombras, tocar el barro de las viejas construcciones y palpar el oro en los bazares
En general, relegamos los sentidos a un segundo plano, abocados al olvido ante el imperio de la vista.
Los ojos lo abarcan todo, lo quieren mirar todo, no descansan un momento ante el gran número de impulsos visuales que producen lugares como Yazd.
Pero, esta ciudad también se deja acariciar. A través del tacto encontramos una Yazd de leyenda, una ciudad milenaria ganada a pulso al desierto.
Las casas de adobe sufren un constante deterioro por el viento y el sol del desierto. Al tocarlas sientes como infinitas partículas de arena se desprenden de las paredes.
Cuando caminas por la ciudad antigua, tus manos piden tocar las milenarias construcciones. Acto seguido, los dedos acarician cada centímetro de barro, de arena o de arcilla.
En el bazar de Yazd nos sorprendió el gran número de joyerías.
Gracias a las explicaciones de nuestro couchsurfer supimos que el oro es la mejor inversión de las mujeres iranís, por ello las encuentras embelesadas mirando escaparates donde cuelgan espectaculares y variopintas joyas doradas.
Sentir la pureza del oro era para los persas un acto casi alquímico. El oro es el más puro de los metales. En algunas civilizaciones estuvo relacionado con la salud.
Hoy en día, para las mujeres de Irán representa un símbolo de libertad y de poder.
Aunque la mayoría van ocultas bajo el chador, se hacen visibles al mover sus manos y brazos, momento en el que las pulseras de oro hacen un tintineante sonido que indica su posición social.
También podemos tocarlo en las tumbas y mausoleos de santones.
En 1272 Marco Polo visitó Yazd, reflejando en sus crónicas la importancia de la ciudad como centro de confección de una tela realizada en oro y seda conocida como Yazdi. Este material era exportado a todo el mundo.
La ciudad de Yazd era en esos momentos la última parada segura en la Ruta de la Seda antes de la incursión en el desierto.
Cuando caminas por las sabbats del viejo Yazd (callejuelas), encuentras lugares que se han detenido en el tiempo.
Es como si Marco Polo o el mismísimo Alejandro el Magno fueran a salir de uno de los rincones.
Aún subsiste algún taller artesanal de alfombras que evoca tiempos mejores de leyenda.
De nuevo las manos recobran vida. Es imposible no acariciar la delicada textura de las alfombras persas o tocar los hilos enredados en los telares que asemejan telas de araña gigantes.
Si decides visitar Yazd, entra sin miedo en sus almacenes de alfombras, no te preocupes, nadie te engañará vendiéndote algo que no quieras, ni siquiera te molestarán con charlas interminables.
Todo lo contrario, te dejarán disfrutar del trabajo de los artesanos y podrás sentir en tus dedos el suave tacto de la seda.
5. El olfato – El olor de las especias en los bazares, tiendas y panaderías artesanales
Por último, no por ello menos importante, existe una Yazd que interiorizas a través del olfato mientras sigues la pista de viejas panaderías tradicionales.
Desde primera hora de la mañana los maestros artesanos elaboran, con sus sabias manos, un rico manjar milenario.
El olor a pan recién hecho se filtra a través de las calles del viejo Yazd y despierta el apetito.
Pero es en el bazar donde el olfato llega a su máxima expresión, olores a especias, a ricas verduras, a comida recién hecha.
El olor de las personas, de perfumes e inciensos, se mezcla con el de las carnes de animales que cuelgan de las carnicerías. Y no resulta para nada repulsivo, al contrario, toda esta cóctel olfativo consigue hipnotizar al visitante.
Al girar una calle, otro nuevo impacto olfativo sale de una tetería o de un kebbab, pero indudablemente, el emperador de los olores es el azafrán iraní.
Sea, como decidas que sea, visitar la ciudad oasis de Yazd, embaucará tus sentidos.
Anímate a vivir un lugar desde otra perspectiva, desde otro enfoque. Te sorprenderá la cantidad de impulsos que recibes cuando te dejas llevar por las sensaciones y no por los prejuicios.
Eva… ¡¡¡gracias por tu post!!!
Tu historia contando como fue descubrir este lugar a través de tus 5 sentidos me ha encantado. Es una linda manera de decirnos que tu corazón también ha sido conquistado por esta ciudad. Transmites amor.
Por cierto, la foto de la cúpula del captador del viento en el jardín persa de Yazd me fascinó!
Saludos viajeros.
Muchas gracias Lilián!! PAra Carmelo y para mi, Yazd ha sido un lugar único, muy espiritual y repleto de sensaciones.
Respecto a la cúpula! normal! en Irán son todas impresionantes. Tienes que prepara tu viaje, si o sí!
Eva y Carmelo
Precioso post Eva… muy evocador!!
Muchas gracias Kris! Es que Yazd es así, muy evocadora!
Desde luego, una ciudad de lo más interesante. Sus bazares, la casa de la fuerza, sus torres de los vientos, su gente, su comida. Me han hecho recordar uno de los momentos más bonitos de nuestro viaje a Iran!
Justo el otro día leí el artículo de otra blogger sobre Irán y los captadores de viento. Para mí es un país muy atractivo y tengo ganas de hacer una ruta por allí, ya te avisaré cuando vaya! 🙂
Hola Paulo! gracias por pasarte por nuestro paseo por Yazd!, espero que al final te animes y visites Irán. Nosotros ya tenemos ganas de volver!
Saludos,
Eva y Carmelo
Me encanta, Eva. Los sonidos y los olores, además de la vista, son para mi parte innegable del viaje y del recuerdo que nos traemos.
Un abrazo.
Cristina.
Perfecto, aunque soy irani pero tu discripcion de nuevo me dio ganas para ir alla!
gracias
Hola Kiana, gracias a ti por leer nuestros artículos sobre tu bello país.
nosotros solo soñamos con volver en breve.
Un abrazo,
Eva