En nuestro periplo por Irán, la ansiada ciudad de Shiraz ha sido un lugar por el que hemos pasado casi de puntillas, un tanto despistados y algo cansados.
En el ecuador de nuestro viaje, la bella ciudad de los poetas, del vino y de las rosas nos acoge de una manera desordenada, caótica y nada planificada.
Con Shiraz nos pasamos de expectativas, de imágenes establecidas en nuestra mente debido a los programas de televisión, a las fotos de sus mezquitas y jardines (en general, muy retocadas de HDR), de su halo de belleza saturada y melancólica.
Shiraz está tan sobrevalorada en las guías, en los medios, en los blogs, que cuando llegas te dice, «mírame de otra manera, soy real, no la fantasía de un poeta o de un fotógrafo».

Shiraz, la ciudad de los poetas, de las rosas, del vino y las bellas mujeres…
Nos detuvimos tres días en la ciudad para visitarla, para sentir sus aromas, para escuchar su poesía, pero sobre todo para acercarnos al gran sueño de Persépolis.
Nuestro paseo por el centro histórico de Shiraz
A primera hora de la mañana tomamos un taxi desde la casa de nuestro couchsurfer hasta la plaza Shohada.
Siavashi, nos ha preparado una ruta por el «centro histórico» de la ciudad, al que se puede llegar en metro o en bus, ya que Shiraz cuenta con una moderna red de transporte público.
En la plaza sobresale la Fortaleza de Arg-e Karim khan, la construcción civil más interesante de la ciudad, construida por el monarca Karim Khan (de la dinastia Zand) al trasladar a Shiraz la capital de Persia en el año 1766.
Desde entonces compite con Isfahan en monumentos, rincones de enseño y belleza.

Una de las cuatro torres de la fortaleza está inclinada, intenté ponerla bien 🙂
El ladrillo es el rey de la fortaleza. Su estructura nos recordó al Caravanserai que visitamos en el Desierto de Maranjab.
Las cuatro esbeltas torres de catorce metros de altura, situadas en cada esquina, están bellamente ornamentadas.
El interior da la bienvenida con un amplio jardín persa donde destacan los ventanales de preciosos colores cubiertos con mucho mimo para que el sol no los dañe.
En las diferentes estancias presenciamos recreaciones, a tamaño natural, de momentos cotidianos del monarca.

Salón de los embajadores en el fortaleza de Arg-e Karim Khan
Algunas salas están bastante deterioradas, otras se encuentran cerradas, parecen olvidadas (volvemos a encontrar en los monumentos civiles de Shiraz la misma desidia gubernamental que nos explicaron en Kashan respecto a los monumentos no islámicos).
Lo más llamativo son las vidrieras que te hipnotizan con sus colores y sus formas geométricas.
La belleza se concentra en este delicado trabajo artesanal.
Una de las estancias más sobresalientes es el hamman que se sitúa en los bajos de la torre inclinada.
El lugar es muy acogedor, si tienes la suerte de que no esté invadido por grupos de turistas.
Vídeo del centro histórico de Shiraz
Vídeo versión 3D
No tengas prisa y espera a que salgan los grupos para disfrutarlo en soledad, sentir su frescor y la serenidad que te atrapa enseguida.

Hamman de la Fortaleza de Arg-e Karim khan

Momento zoroastriano en el Hamman
Una vez fuera seguimos la ruta a pie que conduce al bazar Vakhil.
Accedemos a uno de los barrios comerciales más grandes de Irán, construido en la época de Karim Khan en su empeño por convertir Shiraz en la capital comercial y administrativa de su dinastía.
El bazar es un espectacular complejo de pasajes, pasadizos y pequeñas sarais pensadas para albergar a la flor y nata de los comerciantes de la época.
Las calles colindantes presentan una estructura y unas formas que nos atrapan enseguida.
Sin darnos cuenta nos sumergimos en el siglo XVIII persa donde sobresalen las casas de ladrillo de los ricos comerciantes.
Un estilo urbano totalmente diferente a las otras ciudades visitadas.
El empeño de Karim Khan tuvo su recompensa con un atractivo casco histórico.

El ladrillo es el elemento característico del centro histórico de Shiraz
La zona exterior del bazar es una continuación de interesantes tiendas de productos artesanales como por ejemplo, alfombras persas.
Merece la pena caminar un rato y admirar el interesante ambiente que rodea el barrio comercial.

Tiendas de alfombras persas en Shiraz
Y así, caminando sin prisas, llegamos hasta la puerta de la Masjed-e-Vhakil, otra de las joyas de Shiraz, adosada al barrio comercial y a la que se accede a través del Shamshir Garha Bazar.
La mezquita es de la misma época que la fortaleza, construida simultáneamente con el resto del complejo Vakhil que incluye un suntuoso hamman.
Con más de ocho mil metros cuadrados es una de los edificios más grandes de Shiraz.
Destaca por la gran sala que se sustenta en cuarenta y ocho pilares de rica piedra labrada y por su suelo (que curiosamente pertenece a la era Qajar, la dinastía que precedió a los zandiyehníes).
Las arcadas de la entrada están repletas de bellos azulejos y mocárabes donde el motivo floral es el absoluto protagonista.
La mezquita se puede visitar de manera pausada y las mujeres podemos vistarla sin el axfisiante chador.
No hay vigilancia por lo que te puedes mover libremente, hacer fotos y disfrutar del espectacular patio interior y sus diferentes zonas.
De lugares así ¡nunca quieres marcharte! Su tranquilidad, la buena energía que desprenden, la belleza artística y la exquisita arquitectura consiguen atraparte.
Las mezquitas son los espacios más frescos de las ciudades y siempre encuentras agua fresca para calmar tu sed.

Patio interior de la mezquita
A unos metros de la mezquita visitamos el tercero de los edificios que compone el complejo Vakhil, el hamman, que desde la revolución islámica ya no funciona como tal.
Ahora se ha reconvertido en un bellísimo museo etnográfico en el que destacan la colección de figuras de cera que recuerdan los diferentes oficios y usos del espacio.

Antiguo hamman reconvertido en museo etnográfico
Sorprende ver figuras semidesnudas y posturas poco ortodoxas.
Pero lo realmente admirable es la exquisita arquitectura, las columnas, azulejos y dibujos que ocupan todos los espacios del edificio.
En el hamman nos dejamos llevar por las escenas cotidianas de los iraníes.
Fotos por aquí, fotos por allá, selfies y mucho interés por sus edificos y monumentos que copan en cuanto tienen un momento de ocio.

Escena de la preparación de una novia en el Hamman Vakhil
Como ya viene siendo habitual en nuestro viaje, unos padres se nos acercan tímidamente para pedirnos unas fotos junto a sus hijos.
Son hinchas del Real Madrid y les hace mucho ilusión retratarse con «los españoles».

Una vez más, nos piden fotos
Abandonamos el hamman para acceder al maravilloso mundo de los bazares iraníes.
Podríamos hacer solo un viaje de bazar en bazar y con ello le habríamos tomado el pulso al país.
¡Qué lugares tan magníficos! repletos de arqutitectura, historia, cultura y cotidianiedad.
Aquí no hay «postureo» ni ganas de engatusar al turista despistado.
Los bazares tienen vida propia que necesita ser descubierta con tranquilidad.

Bazar en el complejo Vakhil
Es imposible no fijarse en los puestos de comida, de dulces y de productos locales que, para unos ojos occidentales, poco acostumbrados a estos exquisitos manjares, llaman enseguida la atención por encima de cualquiera de los artículos del bazar.

Dulces típicos de Shiraz
Sentimos pasión por los mercados, por los bazares y los zocos donde se muestran las excelencias de un país, de un pueblo, de las manos artesanales del ser humano.
Al final, tanto manjar nos obliga a hacer una parada para comer.
Preguntamos a los bazarís por algún lugar y nos recomiendan el restaurante Atigh especializado en comida tradicional persa.
En este establecimiento degustaremos uno de los platos más queridos por los iraníes, el Abgusht, más conocido como dizi, nombre del recipiente donde se sirve.

Restaurante tradicional Atigh en el bazar Vakhil
Un plato exquisito y contundente que nos recordó mucho a nuestro cocido, pero con una original manera de servirlo.
El propio restaurante tiene una terraza – salón de té con interesantes panorámicas de Shiraz.
El lugar invita al descanso y aprovechas para escaparte durante un rato del sofocante calor.

Terraza del restaurante

Shai de rosas, imposible no beberlo en Shiraz 🙂
La larga y comercial calle Zand, donde se sitúa el restaurante, nos lleva hasta uno de los imprescindibles de Shiraz, el palacio Narenjestan-Ghavam (150.000 Dh la entrada, como el resto de edificios que hemos visitado hoy a excepción de la mezquita que es de libre acceso).
Pasear a través de las calles que rodean el bazar ha sido una de las mejores ocurrencias que hemos tenido en Shiraz.
Nos hemos quedado completamente alucinados con la cantidad de tiendas, almacenes y locales de todo tipo que hay a lo largo de los dos kilómetros que recorre esta avenida.
Creo que hemos sido los únicos «turistas» que han pasado por esta calle (que por cierto, a mi me ha recordado a las calles de los polígonos empresariales españoles).
Varias personas nos han preguntado si estábamos perdidos o necesitábamos ayuda.
Las caras de los trabajadores de la zona al vernos pasar eran para haberlas fotografiado.
¡Qué lugar tan fascinante! Una pena que los viajeros no se arriesguen a salir de los circuitos marcados y se adentren en zonas como ésta.
Y nadie, absolutamente nadie nos ha molestado o increpado.
A veces parecíamos como los niños pequeños que pegan su cara al cristal de una tienda de chuches…
¡Estabámos tan absortos en ese micromundo que no pensamos en fotografiar nada!
Tras el palizón de los más de dos kilómetros llegamos al punto final de la ruta.

Palacio Narenjestan-Ghavam
La casa de Qavam o palacio de Narenjestan es una de las villas más importantes de la ciudad. Perteneció a una de las familias más ricas de Shiraz.
Después del agotador paseo, del insufrible tráfico, del ruido y de respirar mucho humo, entrar en el evocador jardín resulta un sueño. Un sueño del que no quieres despertar.
Tus pies, de repente, tienen vida propia y se sumergen en las frescas aguas de las acequias que corren alegremente por el gran patio central repleto de vegetación.
De nuevo, el jardín persa nos traslada hasta el paraíso y los naranjos nos dan la bienvenida.
No me extraña que estos lugares estén inscritos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, nosotros los declaramos los rincones más bellos y acogedores del mundo.

Momento relaxing en el palacio de Narenjestan
El exquisito palacio data del siglo XIX en época de la disnatía Qajar que trasladó la capital de Shiraz a Teherán.
La delicada mano de los artesanos persas se aprecia en cada detalle y rincón del lugar.
Exquisitos mocárabes, azulejos profusamente pintados, dibujos y cenefas que ocupan las paredes del recinto.

Detalles de los techos del Palacio
Mientras caminamos totalmente atrapados por la grandiosidad de este lugar, un grupo de jóvenes turistas iraníes, ataviados con trajes de época (que se pueden alquilar a la entrada y así sentirte totalmente ambientado en el lugar) nos han pedido una foto.
¡Hemos perdido la cuenta de las fotos en las que hemos salido durante nuestro viaje por Irán!
Aceptamos encantados, igual que ellos lo hacen cuando queremos retratar sus hermosas caras, sus fascinantes ojos o sus delicados gestos tras el velo.

Foto grupal con jóvenes ataviados con trajes de la época Qajar
La sala de los espejos atrapa nuestra atención, un lugar de ensueño.
Nos acordamos de lo prepotentes que somos en Europa con la indigesta cantidad de palacios que tenemos como el de Versalles o el Escorial o…
Es imposible no hacer comparativas y reflexionar sobre el diferente sentido de unos y otros.
Aunque al final, el objetivo siempre es el mismo, intimidar al visitante, ser más que otros o mostrar tu poder.

Estancias palaciegas en Narenjestan

Sala de los espejos
Los sótanos del palacio son sede de dos museos, uno fotográfico y otro arqueológico.
Merecen la pena visitarlos, ya que muestran el trabajo del profesor Arthur Upham Papa quien trabajó en la universidad de Shiraz como investigador.

Relieves del museo
Fuera me espera otra sorpresa, mientras Carmelo termina las grabaciones del jardín, un grupo de mujeres se acercan a mi, piensan que estoy sola y enseguida entablan conversación.
Lo más fascinante es que vienen con un regalo, me ofrecen un delicioso faloodeh, el refrescante helado persa que ya había probado en Niasar y que tanto me había gustado.
¡Acepto encantada!

Encantador grupo de mujeres que me regalan un faloodeh y una grata conversación
A ellas se unen los jóvenes de la foto y de forma espontánea iniciamos conversación.
No sé que inspiración divina o poética me invadió en Irán, pero mi nivel de inglés se elevó hasta la decima potencia :-), ¡si yo no lo hablo!
Pues si, resulta que ni yo misma lo sabía, pero tengo un buen dominio de esta lengua.
Carmelo se une al grupo. Y es, en este bucólico lugar, donde tenemos una de las conversaciones más interesantes de nuestro viaje.
«El peligro no son los pueblos sino sus gobernantes«, frases como esta van apareciendo de manera espontánea.
En Irán, la aparición de dos turistas extranjeros supone un vendaval de aire fresco, de incipiente libertad y esa oportunidad no la deja pasar nadie.
Las mujeres nos cuentan el porqué de tanta operación de nariz, de tanto maquillaje.
«Si lo único que se puede ver de mi es el rostro, pues de él haré mi centro de atención« al final descubrimos que entre la mayoría de las mujeres, la operación de nariz y el excesivo maquillaje es un acto de rebeldía más que de hedonismo.
Los jóvenes nos hablan de su dificultades para poder vivir juntos, para emanciparse de sus padres, para casarse o tener hijos o viajar a Europa.
Nos recuerdan con sus palabras lo afortunados que somos.
Es curisosa su actitud, hablan con una cierta melancolía y resignación, pero siempre con una sonrisa en la cara, con amabilidad.
Y así, de manera relajada y amena termina nuestro día por el casco histórico de Shiraz.
Nos han quedado por ver varias joyas arquitectónicas de la zona, pero lo hemos compensado con una magnífica y grata charla.
Cuando viajas acabas aprendiendo que los monumentos no tiene que ser todo edificios, piedras o cuadros, a veces, el mejor monumento está en las personas que habitan el lugar.
Y eso pasa en Irán, sus gentes, son su mejor monumento. Nosotros, los hemos incluído en nuestra propia lista de «Patrimonio de la Humanidad».
Superbonito Eva. Y que decir de la hospitalidad de la gente. Eso para mi es lo que te «engancha» de un destino. Me tendré que plantear visitar todas estas maravillas, parece todo un museo al aire libre. Un abrazo
Hola Maria, muchas gracia spor tu comentario y por pasarte por nuestro blog!!!
Necesitaba escribir un post así 🙂 me alegr que te haya gustado. Tienes que ir a Irán, te encantará!
Un beso,
Carmelo y Eva
No sé cómo pero tengo que llegar a Irán!
Gracias por compartirnos este destino!
Abrazos y que sigan los buenos rumbos!!!
Un abrazo Juan!! si, tu rumbo te tiene que llevar a Oriente Medioy a lugares como la antigua persa. Para lo que necesites, nos preguntas!!
Eva y Carmelo
Maravilloso recorrido Chicos! Me ha gustado muchísimo todo lo que nos habéis mostrado. Que país más sorprendente! Un abrazo
Muchas gracias por pasarte por nuestro paseo por Shiraz! Esperamos que este viaje a irán os inspire a otros viajeros 🙂
Saludos,
Eva y Carmelo
Tengo que dejar de leer vuestras entradas y de ver los vídeos sobre Irán. Al final me va a costar el divorcio me está encantando el país y su gente. No se si serán ellos, vuestros textos, vídeos o fotografías pero cada día tengo más claro que tengo que ir.
No deja de llamarme la atención ver figuras de animales y personas en un país islámico.
Saludos Viajeros
jajaj Ismael, nooo, no nos dejes de leer!!! Es normal qu eIrán te enganche cada día un poquito más. si es necesario convencemos a tu pareja para que se anime a viajar contigo a Irán!
Lo que comentas de las figuras humanas y animales procede de su pasado persa y aunque el gobierno islámico loha intentado, no ha posdido borrar el rico y variado pasado de uno d elos imperios más grandes d ela historia.
Un abrazo,
Eva y Carmelo
Hola como estan, muy bueno el blog. nos encanto y es muy claro. somos jorge y estela de argentina y estamos por viajar a iran en mayo. queria pedirte unos consejos con respecto a la diaria, el regateo, cual es el nivel normal sin que se ofendan. que ver en teheran, que en tu blog no lo veo. y cualquier otra cosa que te parezca importante. nosotros vamos por nuestra cuenta pero en hoteles. porque a estela no es muy aventurera con el tema baños… y esta preocupada con ese tema. asi que apreciaria cualquier consejo en ese sentido.
gracias anticipadas.
estela y jorge
Hola Jorge y Estela! Encantados de que se hayan pasado por nuestro rinconcito viajero 🙂 bienvenidos!
Respecto alas preguntas que nos hacen, en primer lugar, en Irán, no existe prácticamente el regateo, en los bazares, tiendas, mercados, etc, siempre encontraréis el precio del producto. Irán es persa, no árabe, por lo que algunas normas de comportamiento son diferetnes aunque estén en una República Islámica.
Respecto a teherán, es cierto, todavía no hemos escrito nada, pero tenemos un buen número de recomendaciones, no creo que tarde muchos días en acabar nuestra serie de Irán, incluido vídeos.
en nuestro caso solo utilizamos un hotel, el resto fueron casas particulares. el tema baño es peculiar, no existe el wc al que estamos acostumbrados, ni el papel higiénico, excepto en hoteles que están adapatados al público extranjero. Para que vaya más tranquila dile que lleva un paquete de toallitas húmedas con eso ya está solucionado :-).
Por el resto, a disfrutar del país que es una maravilla!!!
Ya os digo que en breve publicaremos los post de Teherán.
Un abrazo,
Eva y Carmelo