“Si tuvieras que recomendarme un lugar singular de la Plaza Mayor de Madrid, ¿cuál sería?” Mi pregunta sorprende al joven situado al frente de de la atención turística de la Casa de la Panadería, el edificio más sobresaliente de la famosa plaza.
“Una ruta guiada por la historia de la Inquisición, ya que esta plaza fue sede de los Autos de fe del Santo Oficio”
La historia parece interesante, pero no me cautiva lo suficiente como para apuntarme a la ruta.
Aprovecho la visita para recopilar información sobre horarios de museos, agenda cultural, rutas de interés, lugares para comer y hoteles en Madrid. Las oficinas de información turística son un punto imprescindible cuando viajamos.
Salgo de nuevo a la plaza y decido caminar sin objetivo por el corazón del famoso Madrid de los Austrias, tal y como se conoce a esta zona de la capital por su pasado vinculado a esta casa real.
Al hacerlo, observo grupos de personas arremolinadas junto a la grandiosa estatua ecuestre de Felipe III. Sin ellos saberlo, provocan un ruido semejante a las abejas revoloteando alrededor de su panel.
A veces entiendo frases sueltas en inglés, más allá en francés, pero por encima de ellas sobresale la apasionada voz de los guías turísticos mientras explican, con cierta teatralidad, que el lugar fue sede de los Actos de fe del Santo Oficio.

El joven de la oficina hace bien su trabajo, esta ruta parece tener tirón entre los turistas.
Me saca de la abstracción una mujer. Lleva en sus manos unos ramilletes de romero: “¡Toma guapa, te traerá suerte!”
Rocío, que así se llama la buena señora, habla con una expresividad entre real y forzada, con el claro objetivo de unas monedas a cambio del romero.
«Y además, te leo la mano. No tengas miedo, en tus ojos veo un buen futuro. ¡Venga guapa! no seas como esa gente que se avergüenza de que una gitana se le acerque”
Su apreciación me provoca una sonrisa y sin quererlo, entablamos conversación.
“No imaginas cómo ha cambiado la vieja plaza. Nadie se para a conversar, a nadie le interesa la lectura de la mano ni el futuro que le pueda predecir una gitana.
Sobrevivo con las monedas que dejan los turistas, de la chatarra y el cartón que recoge mi marido”.
Precisamente, de cartón están repletos algunos rincones de la plaza donde comparten espacio, entre otros, «superhéroes» venidos a menos, «sin techo», caricaturistas y vendedores ambulantes.
A este espectáculo urbano se le suma un insufrible pito que se clava en tus oídos desgarrando la apacible atmósfera madrileña de una mañana de sábado.
Y entre tanto ambientazo, los camareros sortean todo tipo de obstáculos para atender a los clientes sentados en las terrazas. ¡Maravillosa Plaza Mayor de Madrid!
Comercios centenarios de la Plaza Mayor de Madrid
Camino sin sentido entre los desgastados adoquines. Sin poderlo evitar, se clavan en las suelas de mis zapatos.
Unos pasos más adelante observo una placa en el suelo. A pocos metros, otra. En la puerta de un renovado hostal, me sorprende una más.
Y así, entre el olor a bocata de calamares, jamón serrano y cordero asado, la Plaza Mayor nos muestra orgullosa su pasado en unas bonitas baldosas situadas en el suelo.
La historia de los comercios centenarios me atrapa enseguida y corro como loca detrás de esas baldosas brillantes, soy como una moderna Dorothy surgida del Mago de Oz.

Las placas, dibujadas por el humorista Mingote, premian a una serie de establecimientos supervivientes al envite del tiempo, de las franquicias, de las modas y de la tan temida gentrificación, que lamentablemente también ha llegado al ámbito del comercio.
Colmados, carnicerías, restaurantes e incluso la posada más antigua de España nos hablan de una historia viva, donde lo tradicional se mezcla con la modernidad, una sabia combinación tan característica de la ciudad de Madrid.
Me dispongo a recorrer, sin previo aviso, la esencia del Madrid de antaño con renovados aires, más acordes a nuestra época.
Es el caso de Bartolomé Gourmet, un establecimiento casi bicentenario regentado por Daniel Bartolomé, un joven empeñado en seguir la tradición familiar desde una apuesta clara por la innovación.
Los orígenes de Bartolomé Gourmet se remontan al año 1837. El abuelo comenzó como aprendiz en los años veinte del pasado siglo. Diez años después compró el negocio y lo hizo suyo.
Al cruzar la puerta de este comercio, encontramos una cuidada selección de productos gastronómicos españoles de primera calidad.
Más información:
Calle Sal, 2 Teléfono: +34 913664269
Lunes a Domingo: 10.00 a 20.00 h

Al otro lado de la plaza, Miguel Ferrero explica orgulloso cómo su bisabuelo fundó la tienda de ultramarinos Los Ferrero reconvertida, posteriormente, en salchichería y carnicería.
El local conserva el estilo y los elementos decorativos de sus orígenes, como por ejemplo el conjunto de angelotes pintados en el techo de finales del siglo XIX. ¡Te sorprenderá lo que se traen entre manos!
Más información:
Calle Ciudad Rodrigo, 5 Teléfono: +34 91 548 02 23
Lunes a Viernes de 10:00 – 15:00 h. / 18:00 – 22:00 h.
Sábados 10:00 – 16:00 h

La Favorita, fundada en 1894, es la tienda de sombreros, gorras y boinas, más antigua de la Plaza Mayor de Madrid.
Cuatro generaciones han dejado su impronta en este comercio. Si te apasionan las curiosidades: «El Che compró aquí su mítica boina.»
Más información:
Plaza Mayor, 25 Teléfono:+34 913 66 58 77
Lunes a Viernes de 9.30 a 13.30 y 15.00 a 20.00
Sábado de 10.00 a 14.00
A pocos metros, Casa Yustas, confecciona sombreros, gorros, trajes y distintivos militares, desde 1886.
Más información:
Plaza Mayor, 30 Teléfono: +34 913 66 50 84
Lunes a Sábado de 09:30 a 21:30
Domingos de 11:00 a 21:30
No creo que exista ni un madrileño de pro que no conozca estas centenarias sombrererías.

La plaza de los escritores y otras artes
Benito Pérez Galdós, la Generación del 27 o Antonio Mingote, han dado fama a este rincón del viejo Madrid.
El restaurante Los Galayos, fundado en 1894, presume de ser el último lugar donde se reunió la Generación del 27 antes de la guerra civil.
La foto de este histórico evento, celebrado el 29 de abril de 1936 con motivo de la publicación de «La realidad y el deseo» de Luis Cernuda, cuelga orgullosa en su exterior.

Más información:
Botoneras,5 (lateral Plaza Mayor) Teléfono: +34 913 66 30 28
Abierto los 7 días de la semana.
Bar: 9.00 – 00.00h
Restaurante: 12.00 – 00.00h
El local es famoso por su cochinillo y cocido. Justo enfrente, se sitúa, «El Ideal», otro de esos grandes clásicos madrileños. Haz un alto en tu paseo y prueba su bocata de calamares.

Saliendo de la plaza por el bellísimo Arco de Cuchilleros, llegamos hasta el restaurante más antiguo de España.
Ostenta ser, según corrobora una placa en su escaparate, el más antiguo del mundo (Fuente: Récord Guiness).
Benito Pérez Galdós lo nombre en su novela «Fortunata y Jacinta». Ahora se nombra en las guías turísticas más importantes del mundo.

El restaurante Sobrino de Botín tiene como misión que «las costumbres e historia de Madrid se sientan en cada bocado. Seguir inspirando a escritores y artistas, y que estos continúen sentando a sus personajes a nuestra mesa. Pero, sobre todo,queremos seguir conquistando el paladar y el alma de cada uno de nuestros comensales…»
Dejo a posta para el final, una de las sorpresas más bonitas de la Plaza Mayor de Madrid. En la calle de La Sal, una de las pequeñas arterías que nace en sus famosos arcos, sobresalen dos joyas del comercio tradicional.
La tienda de lanas y mercería El Gato Negro, uno de los rincones más castizos y con más solera de la ciudad.
Al lado, un entrañable carillón de Mingote da la bienvenida a la centenaria Antigua Relojería. Es de los pocos con los que cuenta la ciudad de Madrid.
El otro, obra también del famoso dibujante, fascina a propios y curiosos en el Barrio de Las Letras.
¡Imposible no pararse un buen rato ante estas dos joyas del Madrid castizo!
Más información:
Calle de La Sal, 2
De Lunes a Viernes Mañanas: 10 h a 14 h Tardes: 17 h a 20 h
Sábados de 10 a 14 h

Enfrente de la antigua Relojería puedes disfrutar del universo de Pérez Galdós retratado en un magnífico mural.
Como ves, el suelo de la Plaza Mayor de Madrid nos cuenta fascinantes historias. ¡Solo hay que fijarse bien!
Seguro que a partir de ahora cuando visites esta plaza tu mirada ya no será la misma. Tus ojos querrán dirigirse hacia el suelo para descubrir las baldosas doradas y, de paso, encontrar los comercios centenarios de la capital.
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