Todo road trip tiene un principio y un fin, un lugar del que partes y otro al que llegas.
A lo largo de nuestro periplo por Irán, vivimos dos momentos vinculados al coche y la carretera, el primero fue con un grupo de couchsurfers de Teherán.
El segundo con unos magníficos anfitriones, nuestros amigos Yalda y Dana, cuyo punto de partida y final fue Sanandaj la capital de la provincia iraní del Kurdistán, situada en el noroeste a escasos ciento cincuenta kilómetros de la frontera con Iraq.
Cuando planificamos el viaje, nunca imaginamos que llegaríamos hasta esta olvidada, desconocida y alejada zona de Irán.
La llamada de Yalda para confirmarnos que tanto ella como su marido llegaban al Kurdistán y que sería un honor reencontrarnos allí, nos hizo dar un giro total a la ruta inicial.
A lo que se sumaron las altas temperaturas que nos acompañaban por el sur del país y las recomendaciones de un buen número de anfitriones para viajar a la búsqueda del frescor norteño.
Abandonamos la ciudad de Shiraz tras unos intensos días, así como la posibilidad de llegar hasta la costa del Golfo Pérsico, para recorrer más de mil kilómetros hasta Sanandaj.
Punto de encuentro con nuestros amigos. La ruta la hicimos en dos etapas con parada de un solo día en la ciudad Ahwaz, de la que hablaremos en otro post, que bien se lo merece por diferentes motivos.
De esta manera, en el ecuador del viaje por Irán, desviamos la ruta y nos adentramos en el fascinante mundo de los kurdos iranís.

Klash, zapato tradicional kurdo hecho a mano con piel de vaca, algodón y lana
Sanandaj capital administrativa del Kurdistán iraní
Sanandaj, una ciudad de nombre evocador que parece sacado de algún pasaje de las mil y una noches, es capital de provincia, famosa en el país por su ambiente universitario y su excelente ubicación entre las montañas de Abidar en pleno valle de Amirieh donde residen más de ochocientas mil personas.
Su nombre está arabeizado y significa «Castillo de Sena». De las ciudades del Kurdistán, Sanandaj es la más joven ya que no llega a los quinientos años de vida, superada en antigüedad por míticos lugares que sobreviven desde hace más de dos mil años como por ejemplo Hawraman Tajt o Palangan dos de los pueblos más fascinantes de la provincia.
Sorprendente, atractiva e interesante a pesar de no distinguirse por fastuosos palacios, por sobrecargadas mezquitas, ni por la belleza e impacto que producen otras ciudades persas. Sanandaj es una ciudad de aspecto semirural que aglutina todas las tradiciones y reivindicaciones del pueblo kurdo iraní.
Ciudad creada a escala humana, por la que resulta cómodo pasear, conducir y dejarse atrapar por su trepidante ambiente, una constante de las ciudades y pueblos de Irán.

Animadas calles de Sanandaj
Una de las primeras cosas que llama nuestra atención es la vestimenta de los hombres, llevan unos pantalones anchos, atados a la cintura con un fajín, aunque los más jóvenes visten con camiseta y tejanos.
Las mujeres llevan largos vestidos de alegres y brillantes colores, las más jóvenes mezclan el tejano con camisolas largas de las mismas telas chillonas, aunque el negro sigue imponiendo su ley en la mayoría de la población.
Yalda nos cuenta que en esta provincia observaremos un fuerte contraste respecto al resto de Irán que va desde la vestimenta, pasando por el idioma hasta las creencias religiosas, los kurdos son mayoritariamente sunitas mientras el resto de Irán es chiita.

Las telas de alegres y brillantes colores son una característica de los vestidos kurdos
A lo largo del road trip iremos conociendo la problemática del pueblo kurdo, sus reivindicaciones y desesperanzas.
En Sanandaj no falta la oportunidad para ensalzar al movimiento kurdo en plazas, calles y fuentes. Nombres como plaza de la Libertad, letreros en kurdo y no en farsi, homenajes a hombres y mujeres kurdas, entre otras cosas, son motivo suficiente para saber que el Kurdistán no es persa.

Mohammad Oraz, primer alpinista kurdo que alcanzó la cima del Everest
Que ver y hacer en Sanandaj
Un día es más que suficiente para visitar los puntos más relevantes de la ciudad. Nuestra ruta comienza en el Tourist Hotel ITTIC.
Tras quince días durmiendo en el suelo, compartiendo espacio, baños y lavabos, pisar este hotel supuso un regalo, un momento de intimidad, un lujo que solo es apreciado cuando llevas una vida de viajero colaborativo :-).
El hotel es muy cómodo, sus habitaciones son al uso occidental. Ubicado junto a la zona universitaria y los centros administrativos de la capital. Por unos 60€ disfrutamos de una habitación confortable, wifi y desayuno.
Creo que no he apreciado tanto una ducha ni un váter en toda mi vida. Los váteres, las duchas y el insoportable pañuelo se convirtieron en mi caballo de batalla diario a lo largo del viaje. Ahora, desde la distancia, los recuerdo con cariño.

ITTIC de Sanandaj

Habitación del tourism Hotel
Esa noche ni cenamos, nos motivaba más la mullida cama, la reparadora ducha, las toallas límpias y las suaves sábanas. ¡¡¡Y solo habían pasado quince días desde que dejamos atrás el confort de casa!!!
Hacia las ocho de la mañana nos esperaban en el restaurante del hotel nuestros amigos, que desde ese momento se convirtieron en perfectos anfitriones y cicerones del Kurdistán.
Tras los emotivos abrazos, las lágrimas, la puesta al día sobre nuestras vidas e ingerir un copioso desayuno, nos pusimos en marcha, ¡la ciudad nos espera!
Conducir por Sanandaj implica los mismos riesgos que por el resto de Irán, ¡en esto los kurdos son iguales a los persas! Sanandaj es una ciudad de grandes avenidas, de fuertes contrastes entre lo tradicional y lo moderno. La ciudad cuenta con aeropuerto y es sede universitaria.
El Parque Regional de las montañas de Abidar rodea el perímetro urbano y se convierte en la principal zona de ocio de los habitantes, muy dados a practicar senderismo y escapadas familiares hasta allí (hay que recordar que en Irán no existen bares, ni discotecas, ni las zonas de ocio al uso que tenemos en nuestro país, las terrazas en la calle están prohibidas, así como el alcohol, la música, cantar en público, a excepción de los festivales tradicionales, por lo que la población se divierte haciendo reuniones en los parques, preparando quedadas al aire libre o reuniéndose en las casas con los amigos).

Parque Regional Abidar en Sanandaj
El ayuntamiento creó el Amirieh Jungle Park, un precioso parque urbano que se extiende por una de las colinas de Abidar. Lo más excepcional del lugar es el cine al aire libre que cuenta con una de las pantallas más grande de todo el país.
Amirieh es un mirador excepcional para observar Sanandaj desde las alturas. Las vistas desde aquí son preciosas y el entorno maravilloso.
Nos sorprende el ambiente que hay en el parque, sobre todo muchos grupos de jóvenes que vienen a cantar, a tocar música, también encontramos familias con sus picnic, parejas de enamorados y un buen número de puestos donde comer o tomar el shai (té iraní).
En Amirieh es como si todas las prohibiciones islámicas se matizasen según te elevas hacia al cielo, ya que la zona llega hasta los 1.500 metros de altitud.

Grupos de jóvenes en el Amirieh Jungle Park

Escenas cotidianas a pesar de las estrictas prohibiciones
El paseo se convierte, como el resto del viaje, en una continua parada para hablar con jóvenes curiosos que nos preguntan o con mujeres que se acercan para fotografiarse.
Una vez más, nos convertimos en la atracción turística. Incluso nos colamos en la sesión de fotos de una boda, ¡hasta el cámara quiso inmortalizarse con los españoles!
Yalda nos dirige magistralmente por el parque y nos lleva a los puntos de mayor interés, como por ejemplo, la colección de estatuas-homenaje a personajes kurdos, a las tradiciones de esta nación y a hechos históricos destacados. Amirieh es un museo de esculturas al aire libre.

Homenaje a las aguadoras kurdas en las montañas de Abidar
En el centro histórico de Sanandaj visitamos la Casa de Asef, una de las mansiones históricas con las que cuenta la ciudad.
Antigua vivienda del que fuera rey de la provincia, actualmente es un museo etnográfico de la vida kurda. Me han resultado muy pedagógicos este tipo de museos que ya vimos en Kashan o Shiraz. En todos ellos siempre está presente la traducción al inglés.

Museo de la vida kurda en la Casa tradicional de Asef
En lo que fueron los baños se ha ubicado ahora uno de los mejores restaurantes y casa de tés de la ciudad. Un lugar muy recomendable y que nos ha recordado a otros en los que hemos comido a lo largo del viaje.
El restaurante es un patio central cubierto, sobresale el pequeño jardín con fuente y las estancias laterales en las que se puede comer al estilo persa (tumbados en una amplia plataforma que recuerda más una cama) o al estilo occidental con mesas y sillas. Nos dejamos aconsejar por nuestros anfitriones sobre los platos ya que no entendemos nada de la carta que solo está escrita en farsi o kurdo.
Tras la exquisita comida aprovechamos la plataforma para dormitar un poco y refugiarnos del calor exterior.

Casa de Té y restaurante en la mansión Asef
A pocos metros de la casa se accede a la principal mezquita de Sanandaj. La avenida del Imán, por la que caminamos, es la arteria principal del casco viejo. Darol Ehsan sobresale con sus empinados minaretes, la fachada de azulejos y las semicúpulas imposibles.

Detalle de una de las semicúpulas de la mezquita
El interior es muy agradable. Dejan entrar libremente a los no musulmanes y no obligan a ponerte el chador. (Aunque sigo creyendo que la ventaja de venir con dos locales juega a nuestra favor).

Mezquita de Darol Ehsar
Ya en el exterior caminamos tranquilamente por la avenida, observamos a artesanos que fabrican calzado, ropas, pan. Todos son hombres, las mujeres compran o pasean, es como si el mundo artesanal y comercial fuera exclusivamente masculino. También me ha sorprendido los pocos niños que vemos por la calle. Yalda y Dana nos explican este hecho, que es real. Irán sufre una grave crisis que está influyendo en la decisión de los jóvenes a la hora de casarse y tener hijos.
Carmelo aprovecha para arreglar su bandolera. El viaje le ha pasado factura y tiene rota la asa. Tras llegar al acuerdo del precio nos quedamos fascinados ante el trabajo del artesano. Si eso nos hubiera pasado en España, seguro que la bandolera hubiera acabado en la basura.

El zapatero arreglando la bandolera de Carmelo

¡Qué pan tan rico!
Sanandaj es trepidante, caótica y ruidosa, repleta de impactos visuales para quien la pisa por primera vez. Los trajes tradicionales, el contraste de vestimentas, los edificios antiguos…
Los taxis de color amarillo invaden la calzada mientras las aceras están repletas de gente, de vendedores ambulantes y algún que otro mendigo. No hay grandes lujos en esta ciudad, pero a nosotros nos está resultando todo un descubrimiento.

Colapso de taxis. Esto no es New York 🙂
Los pasos nos llevan a través del mercado. Puestos de fruta, de pescado, de carne, especialidades de la provincia que se venden cada día. Exquisito producto fresco y de cercanía.
El concepto «kilómetro cero» aquí se entiende como en ningún otro lado. La economía se basa en la agricultura y el sector servicios.

Mercado de Sanandaj
El mercado da acceso al Gran Bazar sin que se perciba el cambio, cuando nos damos cuenta estamos en el interior del complejo de calles y pasillos que componen este magnífico lugar. Ya he perdido la cuenta del número de bazares visitados en Irán, y sin embargo, me siguen fascinando y sorprendiendo.
El de Sanandaj es práctico, sencillo, con la división de actividades que ya hemos apreciado en Isfahan, Yazd o Shiraz. Cada zona está ocupada por un producto o servicio, desde los electrodomésticos a las joyerías, desde los productos de primera necesidad hasta el apartado de telas y vestidos. Y en este punto nos hemos quedado fascinados. La sutileza de los tejidos, la belleza de los bordados, los fastuosos brillos…

Brocados, gorros tradicionales kurdos y joyas en el bazar de Sanandaj
Maravillosos lugares los bazares que atontan los sentidos. Ya lo comenté en otro post, en Irán a diferencia de los países árabes, caminar por los bazares no se hace incómodo. No salen a tu paso infinidad de vendedores, ni te persiguen, ni molestan, por lo que resulta muy agradable visitarlos. Lugares cargados de historia y a la vez de lo cotidiano donde interiorizar la cultura y tradiciones.
Los precios están marcados y el regateo es inapreciable, si además llegas hasta aquí con personas locales, la suerte está de tu parte.

Arquitectura tradicional en el Bazar de Sanandaj
Cae la tarde cuando abandonamos Sanandaj, antes de marchar hacia Marivan, lugar de residencia de la familia de Dana, probamos por primera vez una pizza en Irán. Dana nos cuenta con una emoción que no logramos entender, la revolución que supuso hace unos quince años la apertura de la primera pizzería de la región.
Nos dejamos llevar por su emoción y reímos con cada una de las anécdotas que nos relata de su infancia y juventud en el Kurdistán, solo unas horas después, junto a su padre y familia, nos tocará verter alguna que otra lágrima al ser testigos mudos de la tragedia de la única nación sin país que existe en el mundo y que quedó dividida entre los estados soberanos de Iraq, Siria, Turquía e Irán.

Tomando pizza kurda en Sanandaj
ver el vídeo versión 3D
Nota de los autores: A pesar de la desgracia sufrida en las horas anteriores, Yalda y Dana sacaron de su interior una increíble fuerza para acompañarnos. A ellos dedicamos cada uno de nuestros artículos y vídeos. Igual que se lo dedicamos a todas las personas que tiene que abandonar sus países, su hogar y familias para escapar del terror de una guerra, de una dictadura, de la libertad o de la barbarie humana.
No es la única nación sin país.
Hola Isa, gracias por tu comentario. Te invitamos a que nos amplíes la información que precisas y así poder corregir el dato que aportamos 🙂
Un abrazo y encantados de que hayas pasado por nuestro blog.
Eva y Carmelo
Hola! Me gustan muchísimos sus relatos. En febrero vamos a visitar Irán por primera vez. Sigo leyendo sus aventuras, un saludo afectuoso desde Buenos Aires!