El majestuoso Monte Corrasi, el pico más alto del Supramonte, nos da la bienvenida a Oliena, uno de los pueblos más interesantes del interior de Cerdeña. No te preocupes si nunca oíste hablar de este lugar, nosotros te resumimos las mejores cosas que ver y hacer en Oliena.
Si buscas rincones auténticos o si, como en nuestro caso, apuestas por lugares desconocidos y olvidados por las típicas guías, Oliena es tu meta.
¿Dónde está Oliena?
La localidad se sitúa a unos diez kilómetros de Nuoro, capital de la provincia de mismo nombre.
Para llegar hasta ella debes introducirte por las sinuosas carreteras locales del corazón de Cerdeña, desde las que se contemplan paisajes fascinantes de montañas calizas, cañones y surgentes de agua.

Oliena sobresale por sus artesanos, por la calidad de su vino Nepente y la espectacular naturaleza de su entorno.
Tras nuestro paso por las localidades de Teti y Tonara nos dirigimos hacia el este de la isla. Hemos reservado habitación en el afamado Hotel Su Gologone.
La ruta del vino Cannonau, la hospitalidad de sus gentes, el gran parecido de nombres, tradiciones y artesanía que tiene con Cataluña.
Las ganas de vivir una experiencia en el hotel Su Gologone son motivos suficientes para dedicar dos días a qué ver y hacer en Oliena.
Qué ver y hacer en Oliena
La localidad está rodeada de paisajes modelados por la acción kárstica.
Los alrededores del pueblo cuentan con un buen número de cuevas, como las de Sa Oche y Su Ventu, uno de los sistemas kársticos más importantes de Italia.

Excepcional lugar para los amantes del senderismo o de la espeleología, y sin duda un imprescindible que ver y hacer en Oliena.
– Monumento Natural Surgente de Su Gologone
Las cavidades kársticas han creado un embalse subterráneo del que se alimenta la fuente o surgente de Su Gologone, espacio declarado Monumento Natural.

Al entrar en el parque de mismo nombre, te olvidas de las prisas, del mundo. La fuerza de la naturaleza se apodera de tus sentidos.
Previo pago de unos 2€, el área de servicio pone a tu disposición aparcamiento, zonas de picnic, biblioteca y área de juegos dedicada a los más pequeños.
Paseamos por un bosque de eucaliptos que lleva hasta el manantial calizo, una fuente que surge de manera natural en las entrañas de la piedra y alimenta al río Cedrino, uno de los más importantes de Cerdeña.
Antes, admiramos la iglesia de Nostra Signora della Pietà, claro ejemplo de arquitectura rural.

– Su Gologone Experience Hotel
A pocos metros de este enclave natural nos alojamos en el Su Gologone Experience Hotel.
Un sueño para cualquier viajero que llega hasta la isla anotado en la agenda de «lugares para visitar ante de morir».
Junto a su responsable, damos un paseo guiado por las bellísimas instalaciones y conocemos un poco de su historia:
La historia del hotel comienza en los años 60, cuando Peppeddu Palimodde comenzó su restaurante local junto a la surgente de Su Gologone, sin saber que su acción sacaría al Supramonte de un casi eterno aislamiento histórico.
En 1967, el primer restaurante de Oliena, Su Gologone, abrió sus puertas. Nadie podría haber predicho que los sencillo platos locales que se cocinaban todos los días tendrían tal impacto.
El restaurante tuvo tanto éxito que la familia Palimodde abrió un pequeño hotel para recibir a los visitantes que venían del extranjero para probar su cocina.
Poco a poco, los turistas se dieron cuenta de que había una Cerdeña diferente por descubrir, alejada del bullicio y esplendor de sus playas.
Comemos en uno de los restaurantes del hotel, famoso por su plato estrella, el Porcetto arrosto.
Si vienes a probarlo es necesario reservar ya que cuelgan casi siempre el cartel de completo. También hay una buena selección de platos para vegetarianos.
Las tardes de principios de octubre son todavía lo suficientemente largas como para aprovechar bien el tiempo.

– Santuario Nostra Signora de Montserrato
En el hotel nos han recomendado varias visitas por los alrededores.
Sobresale un lugar de profundos lazos con Cataluña, el Santuario Nostra Signora de Montserrato.
Al llegar hemos alucinado con la similitud del paisaje, de las tradiciones y del monte «serrato», aunque este santuario, como todo en Cerdeña, es pequeñito, sencillo y humilde, de carácter eminentemente rural y local. ¡Nos ha encantado!
Curiosidad:
En Cataluña tenemos un Oliana, un pueblecito de la provincia de Lérida.
Las dos localidades compartieron el poder de la misma familia aragonesa durante el siglo XIV, los López de Luna.
Oliana puede ser el nombre atribuido por los aragoneses al homónimo castillo de Lleida cuyo significado se debe a la fuerte presencia de olivos en la zona, incluso se atribuye el nombre de Oliena a este hecho ya que olio es aceite en italiano.

– Núcleo histórico de Oliena
Oliena nos recibe tranquila, serena, como despertando de una siesta de verano. En la oficina de turismo nos atienden amablemente.
Gracias a sus explicaciones, descubrimos que Oliena cuenta con un buen número de artesanos locales.
1. Cooperativa La Cantina de Oliena, ruta del vino Cannonau
También, que a no más de cinco minutos del centro histórico, se sitúa una de las bodegas más famosas de la región por lo que la localidad es un importante hito de la ruta del vino Cannonau.
El enoturismo ha sido una de las razones de nuestro viaje a Cerdeña.
La cultura del vino y la poesía se unen en La Cantina de Oliena, una de las cooperativas más importantes de la isla, que funciona como tal desde 1950 con un claro objetivo, «la calidad por encima del beneficio» en una apuesta por el bien común, base del carácter sardo.

Oliena es conocido en toda Italia por la calidad de su Nepente, el vino Cannonau que se produce en la zona.
Elogiado por el poeta D’Annunzio quien escribió un elogio a este vino apreciable en cada rincón de la cantina y en las etiquetas de las botellas.
¿No conoces el Nepente d’Oliena ni siquiera por la fama? ¡Ahi, lazo! Estoy seguro de que si tomas un sorbo, nunca querrás dejar la sombra de los acantilados blancos, y elegir para tu ermita una de esas celdas perseguidas en las rocas que los sardos llaman Domos de Janas, porque allí viven exageradamente en éxtasis. caratello y quarteruolo.
No lo conozco más que para oler; y el olor, indecible, es suficiente para emborracharme…

El responsable de la cooperativa nos realiza un recorrido por la bodega y nos adentra en una extraordinaria cata de vinos.
No hace falta reservar cita para visitar la bodega ¡menos mal!
2. Las huellas de los jesuitas
También destacan, entre las cosas qué ver y hacer en Oliena, sus afamados artesanos, los murales de sus paredes y la huella dejada los Jesuitas.
El gran número de iglesias que hay en este pequeño pueblo es una de sus características.
Un total de once templos, entre los que sobresalen la iglesia de San Ignacio de Loyola y la antigua parroquia de Santa María.
Nos colamos en una pequeña iglesia que nos atrapa con su delicada sencillez, su impolutas paredes blancas y lo adornado de su exterior.
Para nuestro asombro, el interior está repleto de pinturas murales realizadas por la artista Liliana Cano, de quien hemos visto otros trabajos en el hotel Su Gologone.

3. Los murales reivindicativos
Caminar por el centro histórico es como hacerlo a través de una cápsula del tiempo.
Antiguas casas con patio interior, pozo y balconada que se suceden a lo largo de las estrechas calles adoquinadas conocidas como impredau.
La mayoría atrapan la atención del visitante por los vistosos y atractivos murales que recubren sus paredes, tal y como vinos en Teti, Tonara y Orgosolo, el corazón de la histórica región de la Barbaglia es la historia de una reivindicación al aire libre.

Los oficios, que en otros lugares parecen olvidados, se conservan en excelente estado.
4. Taller de bordado Su Recramu
Imprescindible visitar el taller de bordado (su recramu) de Carmina Tupponi, afamada bordadora con un equipo de mujeres de todas las edades que luchan por mantener viva las tradiciones y oficios locales.
La pasión de esta mujer es contagiosa. Mirarla a los ojos mientras explica su trabajo es apasionante. Siempre nos atrapan esa miradas brillantes de las personas que aman lo que hacen.
Para nuestra sorpresa, Carmina nos muestra bordados realizados para importantes cargos de la iglesia, pero a nosotros nos llaman la atención los delicados mantones que recuerdan de nuevo los lazos históricos de España con esta isla.

5. Taller familia Corrias
Abandonamos el taller de Carmina, unas calles más abajo, a unos pocos metros de la oficina de turismo, entramos en el taller de la familia Corrias.
Si Carmina nos ha dejado impresionado con su buen hacer y cercanía, Franco e hijo enamoran con su amabilidad y entrega.
No han dudado ni un momento en explicarnos su día a día, las especialidades que realizan en el taller, sus mejores obras, así como secretos y curiosidades de sus mejores clientes, entre ellos, el mismo Papa.

Tras la visita, volvemos a recorrer las calles de este precioso pueblo sardo. Cae la tarde y la vida parece llegar a Oliena.
Sonreímos al pensar o imaginar que otra costumbre española debió quedar en la zona, la siesta, pues en las horas que van desde la comida hasta el inicio de la tarde, no se ve a nadie por las calles.
Aunque estamos en octubre, el calor aprieta en esas horas y solo unos «turistas despistados» como nosotros son tan valientes para andar por el pueblo.
Él consciente de nuestra curiosidad, nos regala sus mejores estampas.

Con los últimos rayos del sol, abandonamos la localidad con dirección a la costa oeste donde nos esperan unos días de sol, playa y agroturismo en Cala Gonone.
Esperamos que estas recomendaciones sobre qué ver y hacer en Oliena te inspiran a visitarla.
Nos hubiéramos quedado más días por aquí, Oliena tiene mucho por ofrecer como las historias de bandidos, los paseos por el área arqueológica del Monte Tiscali y ricos productos gastronómicos para degustar en una buena mesa.
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